viernes 29 noviembre 2024
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Una relación que se torna cada vez más frágil.

Por: Carlos Osses, comentarista deportivo.

El descontento en la región de O’Higgins no es algo nuevo, pero tras la abultada derrota ante Cobreloa en la última jornada, que dejó al club al borde del descenso, la situación ha alcanzado niveles críticos. La única razón que permitió mantener la categoría fue la diferencia de goles, pero la sensación de fracaso ha calado hondo entre los seguidores, quienes observan con desilusión el manejo del club en los últimos años.

La respuesta de O’Higgins SADP no se hizo esperar. En los días posteriores a la debacle, se emitieron dos comunicados. En el primero, la directiva admitió una gestión deficiente y prometió reestructuraciones. Sin embargo, el segundo comunicado generó aún más controversia, ya que las supuestas modificaciones en la estructura resultaron ser, en esencia, un simple cambio de nombres en los mismos puestos. Esta jugada, que pareció más una táctica para calmar los ánimos que una genuina intención de transformación, dejó a los hinchas con más interrogantes que respuestas.

La situación se complica cuando, adicionalmente, O’Higgins anuncia acciones legales contra quienes sean responsables de amenazas y actos de violencia. Este enfrentamiento con los propios aficionados revela un quiebre significativo entre la institución y su principal soporte: los hinchas. Pero, ¿cómo se ha llegado a este punto?

Durante años, el fútbol ha dejado de ser solo un deporte para convertirse en un negocio. O’Higgins SADP, al ser una empresa privada, busca rentabilidad y sostenibilidad financiera. Sin embargo, esta perspectiva empresarial choca con la de los hinchas, quienes no comprenden de balances ni utilidades; esperan un equipo competitivo que los represente dignamente en el terreno de juego.

El problema radica en que O’Higgins no ha logrado equilibrar estas dos realidades. Si bien es fundamental que un club sea sostenible, no puede desvincularse del sentido de pertenencia que genera en su comunidad. La región necesita un equipo que no solo busque beneficios económicos, sino que también satisfaga las expectativas deportivas de su gente.

El camino hacia la reconciliación no será sencillo. Es crucial que la dirigencia de O’Higgins SADP comprenda que la clave está en abrirse a la región, involucrar a la comunidad en la toma de decisiones y trabajar con transparencia. Por su parte, los hinchas deben reconocer que los cambios no serán inmediatos, pero tienen derecho a exigir que la gestión se realice con un mínimo de responsabilidad deportiva.

El desafío está planteado: ¿podrá O’Higgins cerrar esta brecha con su afición? ¿O seguirá siendo una empresa distante del sentimiento de su región? El futuro del club depende de ello.

Con Información de www.elrancaguino.cl

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