Por Claudio Angulo, Director del Área de Ingeniería del IP-CFT Santo Tomás Osorno.
Los terminales de buses en ciudades de todo el mundo no solo desempeñan un papel logístico; a menudo, constituyen la primera impresión que recibe un visitante. Además, son infraestructuras cruciales para la movilidad de miles de personas. Funcionan como una puerta de entrada al territorio y también reflejan cómo una comunidad cuida —o descuida— su espacio público y su desarrollo urbano.
Estudios sobre planificación urbana indican que la calidad de los terminales de transporte impacta directamente en la percepción de seguridad, el acceso equitativo al transporte, la integración intermodal y, sin duda, en la dignidad del viaje de los usuarios. En ciudades intermedias como Osorno, contar con un terminal moderno y funcional no es un lujo, sino una necesidad estructural que fortalece la conectividad, el turismo, el comercio y el día a día.
Desafortunadamente, en Osorno esta necesidad se ha convertido en una deuda. El Terminal de Buses, inaugurado en 1974, ha superado su ciclo de vida útil. Hoy, nos enfrentamos a un recinto deteriorado, con una arquitectura y un diseño urbano obsoletos, que probablemente no cumplen ni siquiera con los estándares básicos de comodidad y seguridad. Esto no es sólo una crítica estética, sino un aviso sobre el abandono de una infraestructura esencial.
Este problema no es nuevo. Desde finales de los años 90, la ciudadanía ha solicitado un nuevo terminal. Cinco licitaciones fallidas —en 2011, 2012, 2015, 2022 y 2024— evidencian la ineficacia de una estrategia que sigue confiando en que el sector privado financie, construya y administre el terminal. Si tras tantos intentos no ha surgido interés del sector privado, es momento de reconsiderar profundamente el enfoque. Claramente, algo no está funcionando.
El desarrollo urbano demanda una colaboración efectiva entre el sector público y privado, así como una planificación técnica con visión a largo plazo. No podemos permitir que Osorno, una ciudad clave en la macrozona sur austral, pierda conectividad simplemente por no resolver su acceso más básico: su terminal de buses. De hecho, ya hay servicios interprovinciales que están dejando de entrar a la ciudad, lo que afectará directamente la movilidad, el turismo y nuestra imagen como ciudad.
Existen opciones. Una alternativa viable sería la construcción de un nuevo terminal en la zona de calle 18 de septiembre, cerca del Parque Chuyaca, lo que potenciaría significativamente el flujo de entrada y salida. El actual terminal podría dedicarse a recorridos comunales, aliviando así la congestión en el centro. También se podría explorar el financiamiento público directo, como se hizo con el Centro de Atención al Vecino, financiado con recursos municipales. ¿Por qué no aplicar el mismo modelo para una infraestructura aún más crucial?
No se trata solo de construir un edificio moderno o atractivo. Es fundamental recuperar el respeto hacia los usuarios del transporte público, ofrecer un espacio seguro, limpio y funcional, y enviar una señal clara de que Osorno está comprometido con su crecimiento y proyección regional.
Si como ciudad aspiramos a atraer inversiones, talentos, turismo y nuevas oportunidades, debemos comenzar por lo esencial: nuestra carta de presentación. Un nuevo terminal de buses no es un gasto, sino una inversión en conectividad y en el futuro.
El artículo original aparecido en Una ventana al territorio: El Terminal de Buses que Osorno merece es parte de Osorno en la Red.
Con Información de osornoenlared.cl