Por: Carlos Osses, comentarista deportivo.
Han transcurrido ocho años para que O’Higgins asimile una lección que parecía evidente, pero el tiempo ha validado: lo barato puede resultar costoso. Decisiones apresuradas, incorporaciones cuestionables y proyectos fallidos han quedado atrás. En la actualidad, el club manifiesta su deseo de realizar un cambio radical, y los primeros signos son prometedores.
El plantel de 2025 comienza a tomar forma con fichajes que generan ilusión entre los aficionados. La incorporación de jugadores como Juan Leiva, Luis Pavez, Alan Robledo y Omar Carabalí, así como la renovación de Juan Ignacio Díaz, Bryan Rabello y Martín Sarrafiore, representa un paso significativo en la estrategia de planificación. Este último, sin duda, fue uno de los puntos altos de una temporada para olvidar, y su continuidad indica que el club busca edificar sobre bases firmes. No obstante, aún restan puestos clave que requieren atención, y el club ya se encuentra en negociaciones avanzadas con varios futbolistas. La expectativa por los próximos refuerzos sigue aumentando.
El cambio de sede del primer equipo a San Fernando presentará un desafío tanto logístico como emocional. Aunque dejar Rancagua no es lo más deseado, se confía en que el apoyo de los hinchas sea inquebrantable y que este cambio no afecte la conexión entre el club y su afición.
Un aspecto fundamental es el trabajo con los talentos de la cantera. La temporada pasada dejó lecciones valiosas para los jóvenes, pero es esencial enfatizar que alcanzar el primer equipo no debería ser el objetivo final. Estar en la plantilla principal no es suficiente; el verdadero reto es consolidarse como un jugador profesional. La élite del fútbol exige consistencia, mentalidad ganadora y un esfuerzo continuo por mejorar. O’Higgins debe seguir apostando por sus talentos, pero también orientarlos hacia la meta más ambiciosa: ser protagonistas, no solo cifras en la plantilla.
En el banquillo, la llegada de Paqui Meneghini es motivo de optimismo. No solo cuenta con el apoyo sólido de la directiva, sino que también ha comenzado a trabajar en un proyecto que, por primera vez en años, parece más coherente. Su desafío no es menor: llevar al club a competir en el ámbito internacional en 2026. Las herramientas están disponibles, pero el éxito dependerá de su capacidad para gestionar al equipo y enfrentar los retos de la nueva temporada.
Por otro lado, la relación entre la SADP y los aficionados es un tema pendiente. La distancia creada no beneficia a nadie. El club debe abrirse más a su gente, integrar a los hinchas como una parte activa del proyecto y enviar señales claras de que el vínculo emocional con la comunidad es una prioridad.
Con un plantel fortalecido, respaldo a los jóvenes y un objetivo claro de regresar al escenario internacional, el 2025 se perfila como un año decisivo para O’Higgins. Los aficionados esperan que este esfuerzo económico y deportivo se traduzca en logros concretos, consolidando al club como un protagonista en el fútbol chileno.
O’Higgins es mucho más que un equipo; es el reflejo de una región, su pasión y su historia. Este nuevo ciclo brinda la oportunidad de reivindicarse, y el celeste tiene todo para volver a resplandecer con fuerza.
Mucho éxito a O’Higgins en 2025.
Con Información de www.elrancaguino.cl