En términos simples, el crecimiento económico puede derivarse de dos procesos: la «transpiración» y la «inspiración». Cuando un país crece mediante la «transpiración», acumula factores productivos como el trabajo y el capital. Este método es agotador, implica un gran esfuerzo y ofrece retornos limitados. Por otro lado, el crecimiento basado en la «inspiración» ocurre a través de incrementos sistemáticos en la productividad. Este fenómeno es fundamental para alcanzar un crecimiento sostenido a largo plazo y ha impulsado a varios países hacia el desarrollo. Larraín y colaboradores (2004) destacan que los períodos de mayor crecimiento en Chile, como entre 1990 y 1997, se han debido a momentos de «inspiración», es decir, a un aumento en la productividad. En cambio, las desaceleraciones del crecimiento, como entre 1998 y 2003, se han asociado a un enfoque de «transpiración».
Recientemente, la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad ha publicado su informe anual 2024, que revela un estancamiento en la productividad de nuestro país. Por lo tanto, mientras no logremos fomentar la productividad en Chile, o iniciar un proceso de inspiración similar al de nuestro pasado, será poco probable que podamos mejorar nuestra tasa de crecimiento, proyectada en alrededor del 2% hasta, al menos, el año 2030.
Es crucial abordar ciertos temas con prontitud si deseamos cambiar el rumbo de nuestra economía pensando en los próximos 5, 10 o 15 años. Primero, es necesario fortalecer la inversión en capital humano, especialmente en la educación preescolar y básica. Las cifras son alarmantes: un reciente informe de la OCDE indica que el 44% de los adultos en Chile carecen de competencias adecuadas en comprensión de textos, matemáticas y resolución dinámica de problemas, el resultado más bajo entre los 31 países analizados por esta organización.
En segundo lugar, es imperativo llevar a cabo una modernización profunda del sector público. Necesitamos un Estado que pueda incentivar y mantener periodos exitosos de inspiración. Sin embargo, hay preocupantes señales que sugieren serios problemas de eficiencia en el uso de los recursos: exceso de burocracia, un aumento en las licencias médicas y un notable crecimiento del empleo público. Un estudio reciente de Pivotes revela que el gasto en personal del Gobierno General pasó del 4,6% del PIB en 2006 al 7,1% en 2023.
Por último, es fundamental establecer incentivos adecuados que promuevan el ahorro y la inversión, ya que la evidencia empírica muestra que estas variables son motores significativos del crecimiento económico a largo plazo. Una reforma tributaria efectiva debería centrarse principalmente en fortalecer estas dos áreas.
Rodrigo Montero
Decano de la Facultad de Administración y Negocios
Universidad Autónoma de Chile
Con Información de www.elrancaguino.cl