Recientemente, una serie de temblores en el norte de Chile ha generado preocupación tanto en la población como en los científicos, quienes están evaluando las implicancias de este «enjambre sísmico». Esta situación podría anticipar un terremoto de gran magnitud, similar al que ocurrió en Vallenar, Atacama en 1922, que tuvo una magnitud de 8.5, o al terremoto de Valdivia de 1960, el más devastador de la historia con una magnitud de 9.5.
Alejandra Serey, académica del Instituto de Ciencias de la Ingeniería de la Universidad de O’Higgins (UOH), indica que la actividad sísmica en el norte podría estar reflejando una liberación gradual de energía acumulada desde 1922 o ser un indicativo de un inminente evento destructivo que afectaría a Iquique y Mejillones en las regiones de Atacama y Antofagasta.
“Estamos ante señales de advertencia sísmica, y existe la posibilidad de un terremoto de gran magnitud entre 8.0 y 8.4 en la escala de Richter, que podría generar tsunamis y otros peligros geológicos, como deslizamientos que inundarían algunos valles, afectando en gran medida a estas comunidades, tal como sucedió en el terremoto de Valdivia de 1960, que alteró los cauces de ríos y causó importantes embalses,” destaca.
De los enjambres al gran terremoto
La doctora en Geología se refiere a estos “enjambres sísmicos” en el norte como temblores a los que no estamos tan habituados, a diferencia de los terremotos generados en la interacción entre la placa de Nazca y la placa Sudamericana, que son más conocidos por su tamaño considerable y las réplicas que suelen seguir después, que pueden durar días, meses o incluso décadas.
Afirma que si se llegara a producir un terremoto de este tipo, el norte del país enfrentaría consecuencias inmediatas que se extenderían por varios años, y que “seguiríamos enfrentando las secuelas o peligros desencadenados por este evento; aunque no se puede predecir el momento exacto, el país debe estar preparado para esta amenaza inminente”, concluye la especialista.
Experiencias y aprendizajes
El académico del Instituto de Ciencias Sociales de la UOH, Ricardo Fuentealba, resalta los aprendizajes adquiridos en la gestión del riesgo de desastres, sobre todo tras eventos como el terremoto de Antofagasta de 1995, el de 2007 en Tocopilla, y el de 2014 en Arica e Iquique, así como el devastador 27F en 2010.
“Nuestro país ha avanzado significativamente en la gestión del riesgo en los últimos años, con el desarrollo de planes de emergencia regionales y comunales específicos que incluyen acuerdos para coordinar mejor la respuesta ante emergencias relacionadas con terremotos o tsunamis en regiones como Arica y Parinacota, Antofagasta y Atacama”, agrega.
Infraestructura y lecciones aprendidas
Fuentealba también enfatiza que, desde 1960, Chile ha progresado en infraestructura y normativas de construcción, lo que podría mitigar el impacto de un sismo de gran magnitud. Sin embargo, subraya la vulnerabilidad que todavía persiste, evidenciada por el reciente apagón de febrero de 2025, que dejó a gran parte del país sin electricidad.
“A medida que nuestro país fortalece su capacidad para gestionar y reducir riesgos, siempre hay eventos que revelan las debilidades del sistema. Un ejemplo de esto fue el apagón de febrero de 2025, causado por una falla en la línea de transmisión que afectó a millones. ¿Qué sucedería con el suministro eléctrico durante un gran terremoto? Estar preparados requiere una serie de acciones cotidianas que anticipen estos escenarios”, alerta el experto, subrayando la urgencia del asunto.
El académico insiste en la necesidad de mejorar la resiliencia y redundancia de los sistemas de infraestructura del país desde lo institucional, con el fin de brindar mayor seguridad y apoyo a la población chilena frente a eventos imprevisibles, que eventualmente ocurrirán.
La publicación ¿Terremoto inminente?: el sismo de gran magnitud que podría sacudir a Chile tarde o temprano apareció primero en Osorno en la Red.
Con Información de osornoenlared.cl