Antes de que la contienda presidencial comience a dominar la agenda, lo cual ocurrirá rápidamente en 2025, es crucial abordar de manera definitiva la discusión sobre nuestro sistema político. Este es un momento propicio para todos los involucrados: el gobierno tiene la oportunidad de dejar una reforma significativa que lo lleve a la historia, mientras que la oposición puede combatir un problema crónico para quienes ganan elecciones: la ingobernabilidad.
Sin embargo, más allá de los intereses del gobierno y la oposición, es fundamental entender que restaurar la gobernabilidad es esencial para la ardua tarea de recuperar la confianza de los ciudadanos en la política. Las reformas relevantes han sido escasas ante la actual fragmentación del parlamento. Esto da pie a la percepción de que no importa quiénes sean las autoridades elegidas, ya que ningún grupo logra implementar cambios significativos. Como resultado, crece el descontento, creando un caldo de cultivo para un líder demagogo y carismático que, afortunadamente, aún no ha surgido en Chile.
Curiosamente, este es un tema que cuenta con amplio consenso tanto técnico como político. Aunque no necesariamente se acuerda en las medidas concretas, sí existe una urgencia compartida por avanzar. Durante la reciente discusión constitucional, especialmente en el segundo proceso, se consolidó un acuerdo amplio en torno a iniciativas específicas, como establecer un umbral de votación del 5% para que un partido pueda participar en el congreso y la pérdida del escaño para los parlamentarios que decidan abandonar su partido. También se ha propuesto reducir el tamaño de los distritos y hacerlos uninominales, en contraste con la situación actual, donde son extremadamente amplios y eligen a varios parlamentarios. Otra idea es llevar a cabo las elecciones parlamentarias junto con la segunda vuelta presidencial, para alinear mejor al presidente con el congreso desde el principio. Existen muchas ideas que deben ser discutidas en su totalidad, pero no se puede postergar más el asunto.
No cabe duda de que la desconfianza en la política responde a tendencias globales con raíces profundas y causas diversas que van más allá de la fragmentación de nuestro Congreso. No obstante, hay una vía concreta que podemos seguir, cuya necesidad ya ha sido reconocida; solo falta la decisión de avanzar. Como hemos mencionado, es de esperar que el gobierno reconozca la oportunidad de cimentar las bases para la recuperación de la gobernabilidad. Dejar pasar esta oportunidad en su último año de gestión significaría optar por ser recordados como el gobierno de los fracasos constitucionales y la confusión refundacional.
JUAN DE DIOS VALDIVIESO T.
Director Regional O’Higgins
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