El escritor e investigador Juan José Benítez ofrece, en una entrevista con EFE, una mirada a su más reciente libro, «La cara oculta de México». En esta obra, presenta una selección de aproximadamente 60,000 piezas de piedra y barro desenterradas en su mayoría en el estado de Michoacán, las cuales, afirma, podrían transformar nuestra comprensión histórica.
Benítez, originario de Pamplona (1946), ha estado inmerso en la investigación y la escritura desde su juventud. Su objetivo ha sido revelar al mundo lo que permanece oculto en múltiples dimensiones. En su más reciente trabajo detalla hallazgos arqueológicos que, a su juicio, «deberían hacer temblar y reconsiderar muchas áreas de la ciencia oficial».
Esta colección incluye desde objetos de barro hasta lajas de piedra decoradas y esculturas de diversos tamaños, que representan seres con ojos ovalados, seres no humanos con cuatro dedos, y escenas de hombres junto a dinosaurios desconocidos. Según Benítez, todas estas piezas han sido «datadas por métodos científicos que demuestran su gran antigüedad».
Desde su residencia en Huelva, España, el investigador dialoga sobre estos descubrimientos, especialmente en Michoacán, los cuales, considera, «deberían revolucionar nuestro entendimiento científico, técnico y arqueológico actual».
“Muchas de las piezas son vendidas”.
— ¿Cuál es la razón de publicar este libro en este momento?
— He dedicado cinco años a esta investigación y he viajado a México en numerosas ocasiones. Sentí que era el momento adecuado. Las investigaciones siguen, pero el desafío radica en que muchas de estas piezas, las piedras, las lajas y figuras de barro, están siendo vendidas, lo que dificulta su localización.
— ¿Cuántas piezas abarca este material?
— Estimo que hay alrededor de 60,000 piezas entre barro y piedras grabadas.
— ¿Cuál es la relación que mantiene con los investigadores en México que aún están trabajando en esa área?
— Tengo una buena relación con la mayoría, especialmente con Toño Irazo, quien fue el primero en hablarme de estas piezas grabadas.
— ¿Qué opina la comunidad científica y arqueológica sobre estos hallazgos?
— Es el viejo dilema. Para la arqueología oficial es irrelevante aceptar la autenticidad de estas piedras, ya que eso implicaría una revisión completa de sus teorías. Prefieren mantener una postura de ignorancia. He conversado con algunos arqueólogos destacados que optan por desmentirlo, a pesar de que varios de estos objetos han sido datados por carbono 14 y termoluminiscencia en un rango de 8,000 años.
Según Benítez, el interés por estos descubrimientos se remonta a 1989, cuando vio las figurillas de barro en Acámbaro, donde aparecen extraños dinosaurios, junto al doctor Fernando Jiménez del Oso. Treinta años después, regresó al sitio, donde el gobierno local conserva gran parte de las cerca de 30,000 piezas.
— ¿Qué relación existe entre los hallazgos de Acámbaro y las piezas en lajas de piedra y esculturas?
— En las figurillas de barro hay muchos «hombres» extraños, como uno con aspecto de pulpo, mientras que en las lajas de piedra se presentan numerosos seres no humanos junto a nativos.
— Como investigador, ¿consideró la posibilidad de que todo fuese un montaje?
— Por supuesto, pero al conocer las dataciones de las piezas, que se confirmaron por carbono 14 y termoluminiscencia, y que datan de hace 8,000 años a 1,500 años, eso excluye la posibilidad de un fraude. Sinceramente, creo que estamos ante uno de los descubrimientos más fascinantes de la historia reciente.
— ¿Qué importancia les da a estas piezas?
— A modo de hipótesis, pues no hay documentación escrita, mi conclusión más relevante es que hemos sido visitados por civilizaciones no humanas desde la antigüedad más lejana, y que en el caso de México, han estado presentes en una vasta región a lo largo de la Historia, incluso mucho antes de que emergieran culturas como los aztecas.
— ¿Podría eso explicar el vasto conocimiento que tenían aztecas y mayas sobre el cosmos?
— Exactamente. Si estas civilizaciones sabían que el año de Venus es de 584 días, ¿cómo podría ser posible sin la intervención de estos seres no humanos?
Datación científica de cientos de piezas.
Uno de los grupos más impactantes identificados por el autor, que también aparece en la portada de «La cara oculta de México», es una escultura de aproximadamente dos metros de altura llamada “La pareja”, que representa a un ser no humano y a una nativa abrazados. Acerca de esto, Benítez opina:
— ¿Qué simboliza esta escultura desenterrada?
— Es uno de los aspectos más fascinantes del vasto repertorio de piedras grabadas en Michoacán. Se trata de un ser enorme, con apariencia no humana, y una mujer indígena que lo abraza. Este bloque, hecho de mármol blanco, pesa cerca de 1,000 kilogramos y presenta un trabajo excepcional en términos de calidad estética.
— ¿Han podido datar la antigüedad de esta pieza?
— Conseguidos unos fragmentos de la piedra que posee, los llevamos a la Universidad Autónoma de Madrid y, para nuestra sorpresa, informaron que databan del siglo III, es decir, 1,800 años de antigüedad.
— En sus conclusiones, afirma que las piezas son atribuibles a seres no humanos, pero, ¿no podrían ser las comunidades nativas las responsables de estas obras con herramientas avanzadas?
— Esa fue una cuestión difícil de resolver, pero al analizar unas 300 piedras que examinamos, descubrimos que en ninguno de los grabados se hallaron marcas de herramientas. Esto sugiere que se realizaron con láser o mediante un método de estampado desconocido para nosotros. En conclusión, los seres no humanos son los responsables de la creación de estas grabaciones.
— ¿Cómo perciben los autóctonos estos hallazgos?
— Lamentablemente, las piezas están siendo desenterradas de vastas áreas de Michoacán para ser vendidas. Los arqueólogos oficiales son ajenos a esto, se muestran renuentes a aceptarlo, posiblemente porque la ciencia oficial niega la existencia de seres no humanos.
Para finalizar, J.J. Benítez enfatiza que escribió este libro para cualquier persona «con mente abierta, ya que hemos sido, sin duda, visitados por seres no humanos a lo largo de la Historia”.
Por Antonio Dopacio.
EFE/REPORTAJES
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