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Romilio Valdebenito, el “yerbatero” de Los Ángeles: la historia de un icónico personaje que dejó huella en su tiempo.


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Fotografía de Don Guillermo Antonio Muñoz Aravena, Facebook | Los Ángeles

El llamado del yerbatero perdura en la memoria de quienes residieron en Los Ángeles durante la década de 1990. Este entrañable personaje recorría las calles de la ciudad con su canasto de mimbre y frases peculiares, ofreciendo remedios naturales.

En una época donde la capital de la provincia de Biobío no contaba con grandes edificios ni empresas modernas, la vida urbana era más tranquila. Así, surgieron personajes que se convirtieron en parte del patrimonio cultural de la ciudad, como Romilio Antonio Valdebenito Ortega, conocido como el yerbatero.

Romilio nació el 2 de julio de 1933 en Santa Fe, siendo el mayor de 13 hermanos. Desde su juventud, mostró un gran conocimiento sobre las plantas medicinales, identificando especies, reconociendo sus propiedades y recolectándolas con dedicación. Con este saber ancestral, estableció un pequeño pero impactante negocio vendiendo hierbas como manzanilla, menta, toronjil, zarzaparrilla y culén.

Su rutina era bien conocida: venía de zonas rurales hacia el centro de Los Ángeles, donde la mayor densidad de población aseguraba un mejor mercado. Su llegada era anunciada por su inconfundible grito: “¡Va a querer las buenas hierbas… las buenas hierbas!”

Equipado con su sombrero para el sol y su tradicional canasto de mimbre, recorría calles y sectores como la Domingo Contreras Gómez. Quienes lo recordaban lo describen como un hombre humilde, sonriente y respetuoso, que siempre tenía una frase amable o una canción que alegraba a grandes y pequeños: “¡Le llevo la zarzaparrilla, el pichi y el culén!”, “¡La hierba del barraco, la del pichi para los chiquillos meones!”

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El autor de esta fotografía es José Fuentes Zúñiga.

Una tragedia bajo la lluvia para el yerbatero

Sin embargo, la historia del yerbatero tuvo un final trágico. En la noche del 6 de junio de 1992, bajo una intensa lluvia, Romilio fue atropellado por un camión en la ruta Q-180. El conductor no alcanzó a verlo a tiempo y el yerbatero perdió la vida en el lugar. La noticia se esparció rápidamente, generando conmoción entre quienes lo conocían y lo querían como parte de su familia.

Vecinos, amigos y habitantes de las áreas que él visitaba, especialmente de la población Domingo Contreras Gómez, se unieron para despedirlo con dignidad. Recaudaron fondos para comprarle una urna y ofrecerle un último adiós acorde a su memoria, asegurando que no fuese olvidado y que su eco siguiera resonando.

Hoy, más de tres décadas después, su figura sigue viva en la memoria de quienes vivieron esos tiempos. No obstante, para las nuevas generaciones, su historia es casi desconocida, como sucede con muchos personajes que formaron parte del paisaje humano y cultural de Los Ángeles.

Romilio Valdebenito no fue una celebridad, pero sí un símbolo de la identidad local, de una vida cotidiana que ahora parece lejana. Recordarlo es una forma de valorar el patrimonio humano de la ciudad y de rendir homenaje a aquellos que, desde la sencillez, dejaron una huella profunda en la historia popular local.

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Con Información de elcontraste.cl

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