Como Iglesia, hemos comenzado un Año Jubilar que, en nuestra comunidad católica de Rancagua, coincide con el Centenario de nuestra diócesis.
El lema de este Año Santo es: “Peregrinos de la Esperanza”. Al celebrar este domingo la fiesta de la Epifanía del Señor, recordamos a unos hombres provenientes del oriente que llegan a Belén tras un largo y arduo viaje. Me gustaría reflexionar con ustedes sobre lo que significa ser peregrino, un viaje en el que todos participamos sin duda.
En primer lugar, ser peregrinos no es lo mismo que ser vagabundos. Un vagabundo camina sin rumbo fijo, lo importante para él es simplemente caminar; en cambio, el peregrino tiene claro de dónde viene y hacia dónde se dirige. A pesar de los obstáculos que encuentre, el peregrino es valiente y consciente, y no se deja deslumbrar por las bellezas del camino que puedan hacerle detenerse. Valora esas maravillas, pero sabe que su verdadero objetivo es más importante y sigue adelante sin cesar. Un peregrino entiende que debe cargar ligero, evitando llevar peso innecesario, y si lleva algo, debe estar dispuesto a soltarlo. Asimismo, comprende la importancia de preguntar si no conoce bien la ruta. A veces, avanzar solo puede parecer más rápido, pero es preferible hacerlo en compañía de otros, quienes aportan su conocimiento, compañía y protección ante los peligros. Así como los Magos caminaron, así deberíamos vivir nuestra vida.
Nosotros, los creyentes, somos conscientes de nuestro origen y del destino que debemos alcanzar. La fe y la esperanza nos inspiran, funcionando como la estrella que nos guía: a veces parece ocultarse, pero eso no debe detener nuestro avance. Es maravilloso contar en nuestro camino con la familia que nos acompaña, enseña, defiende y motiva; debemos cuidar de cada uno de ellos, ayudándonos mutuamente a seguir avanzando. Es importante estar atentos para ofrecer nuestra ayuda de las múltiples maneras que podemos hacerlo. También es un gran regalo poder contar con la Iglesia, que como una buena madre, nos muestra caminos, nos protege de peligros y nos recuerda siempre lo esencial. Debemos escuchar a la Iglesia, a través de sus enseñanzas, pastores, tradición y la vida de los santos. En el camino de la vida y la fe, es fundamental ser humildes y estar dispuestos a preguntar y dejarnos guiar.
Que este Año Santo renueve con entusiasmo nuestro compromiso como peregrinos. Permitámonos ser acompañados por Cristo, quien superó todas las distancias para caminar con nosotros y enseñarnos cuál es la meta a la que estamos llamados. Así como Él, estemos abiertos al encuentro y cercanía con los demás; aprendamos a confiar y esperar en los demás, tal como Él hace con nosotros. Dediquémonos a permitir que su Palabra ilumine nuestras vidas a diario, reflexionando sobre ella, dejando que nos levante cuando caemos y nos brinde fortaleza cuando estamos cansados; dejemos que su mirada penetre en nuestro corazón y nos consuele.
Los Magos salieron cada uno de su hogar, se encontraron en el camino y desde ese momento no se separaron en su búsqueda de Jesús. Que nosotros también seamos capaces de descubrir a nuestros hermanos de ruta y peregrinar juntos por la vida con esperanza. Comencemos este nuevo año con el espíritu de los peregrinos: con fe, no solos, sino ayudándonos, escuchándonos y animándonos mutuamente, atentos a aquellos que están caídos a nuestro lado, ofreciéndoles una mano para que se levanten y caminen, con la esperanza de que renazca en todos y podamos alcanzar la meta que buscamos. Recordemos que los tiempos serán mejores si nosotros nos convertimos en mejores personas, y que estos serán aún más favorables si permitimos que Dios los llene y se convierta en nuestro compañero y propósito en este camino.
Dios los bendiga.
+Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua
El artículo ¿Qué es ser peregrino? se publicó primero en El Rancagüino.
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