La pregunta es pertinente en el contexto actual de O’Higgins de Rancagua. El club ha estado, durante varios años, al borde del descenso y, una vez más, al igual que cuando era dirigido por Miguel Ramírez, se encuentra en una situación donde aún existe la posibilidad de bajar a la Primera B en la última fecha del campeonato.
En 2021, el equipo dirigido por «Cheito» (quien actualmente destaca en Deportes Iquique) se encontró en la misma situación, quedándose libre en la jornada final y debiendo esperar otros resultados para asegurarse la permanencia. Ahora, tres temporadas después, los dirigidos por Víctor Fuentes analizan las matemáticas y se dan cuenta que solo un milagro podría evitar su descenso.
Muchos de los aficionados del club celeste se cuestionan por qué se ha llegado a este punto, donde la tristeza abruma a los más leales, quienes ven cómo el equipo que aman lucha año tras año contra los peores del torneo y no en la posición que conocieron desde 2012 hasta 2016, es decir, compitiendo con los mejores.
Con la temporada actual, son 9 años en los que el objetivo de llegar a una copa sudamericana no se ha cumplido, lo que representa un problema significativo para la institución. Falta de objetivos alcanzados, errores en la planificación deportiva, contrataciones que no han funcionado, y la incapacidad de triunfar en el estadio El Teniente son solo algunos de los aspectos que los aficionados esperan sean abordados al final de la temporada.
Una vez asegurada la permanencia en la categoría, se abrirá el espacio para las evaluaciones y para encontrar una estrategia que permita a O’Higgins volver a posicionarse entre los equipos de mitad de tabla hacia arriba. Reiniciar con bases deportivas sólidas será fundamental para recuperar la confianza del hincha. El fútbol regional necesita que su equipo de Primera División esté en una mejor situación, lo que beneficiará a todos.
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