Reflexiones de Manuel Polgatiz, periodista y comentarista deportivo.
La crisis que enfrenta O’Higgins es solo la parte visible de un problema mucho más profundo. La decepción ha dejado de ser lo más preocupante y ha sido reemplazada por la angustia de presenciar cómo juega el equipo. Para muchos, el fin de semana ha pasado de ser un momento de alegría a convertirse en un calvario inconmensurable y desgarrador.
He utilizado la mitad de mis adjetivos para expresar la rabia y la impotencia que sienten quienes llevamos el cielo en nuestras venas. El dolor se siente profundo, como un corazón intenso y enamorado, expuesto y vulnerable. Tenemos miedo, y aunque “aparentemente” el descenso ya no es un tema en discusión, no podemos ignorarlo.
Queridos directivos, técnicos y jugadores, no son solo 8 goles; son 8 años de sufrimiento causados por decisiones desastrozas tomadas en una burbuja clasista y exigente. No queremos más de esta situación, llena de mensajes confusos que no llegan a su destino.
¿Dan ganas de llorar? Por supuesto, y muchos ya lo han hecho tras esos partidos desoladores en este torneo. ¿Hay una salida? Siempre hay un camino que lleva a la luz al final del túnel, aunque sea tenue entre la oscuridad. Solo faltan 90 minutos para cerrar este capítulo, y al igual que en una película de terror, esperamos ese último giro para salir corriendo, no para celebrar.
A pesar de estar acongojados, maltratados y golpeados, aún iremos al Teniente para enfrentar con dignidad el próximo partido, a pesar de que se trate de un duelo entre equipos en apuros. O’Higgins siempre ha jugado con el corazón y nunca ha mostrado cobardía en el campo.
Ánimo, familia “Celeste”, superaremos esta pesadilla interminable. Aunque no puedo negar que, si sigue la misma directiva, podría considerar tomarme un camión de zopiclona para no despertar jamás.
Con Información de www.elrancaguino.cl