«La testosterona es una hormona que no solo está asociada al desarrollo de características sexuales masculinas como el aumento de la fuerza, la potencia, la voz grave o la calidad de vida sexual», señala Antonio Hernández Armenteros, médico y especialista en Medicina Estética y Antienvejecimiento.
«Es fundamental mantener concentraciones adecuadas de testosterona en la sangre para el correcto funcionamiento de nuestros sistemas cardiovascular, inmunológico, óseo, así como para mantener un equilibrio cognitivo y emocional», explica Hernández, fundador de la Clínica Keval+ (www.keval.es) y socio fundador de la plataforma Be Levels (https://belevels.com).
“Contar con niveles óptimos de esta hormona puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar síndrome metabólico, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares o neurovasculares”, enfatiza.
Hernández, reconocido divulgador de temas médicos sobre salud integral y metabólica en seminarios y redes sociales, se declara «un apasionado del funcionamiento y el impacto de las diferentes hormonas en el organismo».
Después de más de quince años de estudios y atención a pacientes en relación con la testosterona, una “hormona poco comprendida que afecta tanto a hombres como a mujeres”, Hernández compila sus conocimientos sobre cómo la alimentación, el rendimiento deportivo y el descanso influyen en esta hormona en su libro ‘Testosterona: La hormona de la vida’.
A lo largo de su práctica clínica, ha observado que reponer la testosterona mediante geles, parches o inyecciones intramusculares puede aliviar muchos síntomas asociados al envejecimiento y mejorar la calidad de vida de las personas.
Luces y sombras de una hormona.
Desafortunadamente, “también he conocido a muchas personas que, atraídas por la idea de utilizar testosterona para mejorar su vida, han sufrido múltiples efectos secundarios perjudiciales para su salud”, relata.
Muchos hombres y mujeres que enfrentan problemas en su vida sexual recurren a productos de testosterona sin éxito, e incluso esta hormona puede resultar contraproducente si no se consideran todas las variables (hormonales, nutricionales, emocionales, fisiológicas) que influyen en la sexualidad, explica Hernández.
Es esencial “que para mejorar la estética, el rendimiento deportivo o tratar patologías subyacentes se implemente un plan estructurado que incluya nutrición de calidad, ejercicio y el uso de suplementos específicos. De lo contrario, la testosterona podría causar diversos efectos adversos”, advierte.
El interés por la testosterona ha crecido en el público en general, ya que algunos sienten curiosidad por los beneficios de esta hormona, han probado productos que la contienen o están considerando su uso; y “en la comunidad científica existe un mayor empeño por entender la testosterona y sus efectos en el organismo, dado que parece retrasar el envejecimiento”.
No obstante, “la testosterona no está exenta de mitos y creencias erróneas que persisten en la mente colectiva sobre ciertas plantas, medicamentos o compuestos activos”, menciona Hernández, quien comenta a continuación algunas ideas equivocadas sobre esta hormona que han circulado durante mucho tiempo.
La testosterona proporciona la virilidad masculina: incorrecto.
La creencia popular sostiene que la testosterona liberada por los testículos es la principal responsable de las características masculinas, tales como el aumento de masa muscular, rasgos faciales marcados, conductas agresivas, mayor fuerza y aumento del deseo sexual. Sin embargo, esto es solo un facilitador, según Hernández.
“Aunque la testosterona es necesaria para desarrollar estas características y comportamientos que se consideran inherentes a los hombres, también deben ser influenciados por un contexto nutricional, social y ambiental específico”, aclara.
Sólo es relevante en hombres: incorrecto.
“Durante mucho tiempo se ha creído que la testosterona solo tiene funciones masculinas, pero las mujeres también producen esta hormona. Los ovarios y la glándula suprarrenal pueden liberar pequeñas cantidades de testosterona a lo largo de la vida, lo que es esencial para muchas funciones fisiológicas en mujeres”, resalta.
“Los sistemas cardiovascular, inmunológico, metabólico, óseo y sexual dependen íntimamente de contar con niveles adecuados de testosterona, que deben estar en equilibrio con las hormonas femeninas estrógeno y progesterona”, puntualiza.
Si disminuye, no se puede recuperar: incorrecto.
El mito sobre un déficit irreversible de testosterona y sus consecuencias negativas se extiende a todas las hormonas, según Hernández.
Existen diversas estrategias que pueden ayudar a aumentar los niveles de testosterona en sangre de manera natural, como pautas de nutrición, actividad física, descanso y la adecuada gestión de biorritmos (los ciclos biológicos del cuerpo que dependen de si es de día o noche).
Las terapias de reemplazo de testosterona pueden ser efectivas “cuando no se consiguen restablecer los niveles de manera natural”, añade.
Es la molécula de la sexualidad: incorrecto.
“Es fundamental entender que la libido, la calidad de los orgasmos y todo lo relacionado con la sexualidad depende solo en parte de la testosterona”, señala el Dr. Hernández.
Los niveles de inflamación, estrógeno, cortisol, la hormona DHEA, la calidad del sueño y el contexto emocional son igual o incluso más relevantes que la testosterona en sí, según este especialista.
Es un fármaco antienvejecimiento: incorrecto.
“Aunque la testosterona puede contribuir a mejorar ciertos aspectos y trastornos relacionados con el envejecimiento, nunca se debe implementar una terapia hormonal exclusivamente en personas de la tercera edad basándose únicamente en la reposición de hormonas, como la testosterona”, aclara.
“Las enfermedades cardiovasculares, demencias y problemas óseos o inflamatorios vinculados a la edad deben abordarse de manera integral, asegurando que la nutrición, el ejercicio y el descanso sean la base del tratamiento”, subraya.
Genera agresividad: incorrecto.
Este es uno de los grandes mitos acerca de la testosterona, sin embargo, los estudios que han investigado el impacto de esta hormona en el comportamiento humano han demostrado repetidamente que no aumenta la violencia, según Hernández.
“Muchos hombres mayores que partían de niveles muy bajos de testosterona y se someten a terapia de reemplazo experimentan mejoras en su estado de ánimo, incrementan su autoestima y alegría en comparación con su estado previo, donde la frustración, el mal humor y el enfado eran comunes”, concluye el Dr. Hernández.
Con Información de www.elrancaguino.cl