PhD. Alexis Apablaza-Campos, Exeditor de Deportes de El Rancagüino, Académico de la Universidad UNIACC.
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En este mismo espacio, se publicaron el 12 de enero de 2024 las primeras declaraciones de los refuerzos de O’Higgins para la nueva temporada. “Nos vamos a dejar todo en cada partido, en cada entrenamiento… y haremos que el club esté en su mejor posición”, expresó en esa ocasión Martín Sarrafiore. “Desde el esfuerzo, el compromiso y la dedicación, vamos a luchar para que este año podamos aspirar a más”, añadió Leonel Mosevich. “(Estamos formando un plantel) que represente a la institución en la cancha y que haga sentir orgulloso al hincha”, concluyó Nicolás Peranic.
Diez meses después de estas declaraciones, la percepción de los hinchas es completamente opuesta. Esto se evidenció durante el entretiempo del partido contra Cobreloa, cuando miembros de la barra abandonaron su habitual ubicación en la galería 16 y se trasladaron al sector de marquesina para exigir más entrega por parte de los jugadores y criticar severamente a los directivos. La falta de respuesta del equipo en el campo y la ausencia de altos directivos “dando la cara” ante la peor crisis de la era Abumohor generaron un ambiente de frustración el pasado mediodía dominical.
Existen múltiples análisis sobre los errores cometidos en O’Higgins, pero lo cierto es que hoy el hincha celeste se siente indignado e impotente. El equipo estuvo al borde del descenso y, de hecho, mereció descender tras un rendimiento deplorable en las últimas jornadas, donde el equipo se ‘desmoronó’ en cuestión de minutos, o incluso segundos, en el campo. Entonces, ¿quiénes son los responsables de esta indignación? Ha llegado el momento de identificarlos.
Hay enojo dirigido hacia Javier Furwasser. El gerente técnico del club llegó junto a Eduardo Berizzo -en un rol muy diferente al actual- y ha sido duramente cuestionado por la conformación de los planteles. Su silencio continuo ante los medios ha alimentado rumores que lo vinculan como el principal culpable de las decisiones deportivas recientes del club.
El malestar también está enfocado en Pablo Calandria. Un ídolo convertido en gerente deportivo, cuyas diferencias laborales con Furwasser aún no están del todo claras. Como encargado de la política de fichajes, no ha logrado traer a un goleador del nivel esperado. Algunos aficionados buscan diferenciar al jugador del dirigente, pero hay un sentir de «ídolo quemado» tras las malas actuaciones de las contrataciones desde su llegada al cargo.
La frustración se extiende a Cristian Abumohor. Como líder de las decisiones de la familia que controla el club, es quien tiene el poder en O’Higgins FC. No ha logrado gestionar de manera efectiva la SADP, a pesar de las costosas inversiones en ciertos planteles, y ha mantenido la confianza en directivos a pesar de los pobres resultados. A esto se suma una imagen desalentadora: su eufórica celebración de una victoria en las carreras (el sábado) contrasta con su total ausencia ante el mayor fracaso del club como sociedad anónima (el domingo).
También hay descontento hacia Ricardo Abumohor. Desafortunadamente, el carismático propietario del club ha envejecido, hasta el punto en que sus conversaciones y discursos motivacionales (tan característicos en la Roja que clasificó a Francia 98) parecen haber sido ignorados por parte del plantel e incluso han sido motivo de burla por parte de un cuerpo técnico anterior. Hoy, la percepción del hincha es que el expresidente de la ANFP no dejó un sucesor a la altura, ya que parece estar más interesado en vender el club.
El enojo también se dirige hacia Víctor Fuentes. Quizás en menor medida y solo como un indicio de lo que ocurre, pero el regreso de “un DT rancagüino y de la casa” generaba esperanzas de un proceso completamente diferente. Aunque no conformó el equipo, dirigió 22 de los 33 partidos que O’Higgins disputó en esta temporada. El excapitán del ascenso en 2005 aprendió, a base de errores, que “otra cosa es con guitarra”, y su inicio como entrenador de un plantel profesional fue totalmente opuesto a más de una década de éxitos en el fútbol juvenil.
Es evidente que hay más frustraciones acumuladas contra otros actores, ya que las señales de crítica temporada tras temporada se han vuelto una triste costumbre. En O’Higgins, se han venido cometiendo errores durante muchos años y, si se mantiene la percepción interna de que solo fue “una mala racha en los últimos partidos”, sin cambios profundos a nivel dirigencial, no solo los resultados deportivos continuarán empeorando, sino que la frustración de los hinchas seguirá en aumento.
Con Información de www.elrancaguino.cl