domingo 19 enero 2025
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Santiago

La fe activa que transforma el mundo

Queridos hermanos y hermanas:

Cada 25 de enero, en nuestra Iglesia, conmemoramos la Conversión de San Pablo, agradeciendo a Dios por su obra en un hombre que, a pesar de haber sido educado en lo bueno, abre su corazón a la verdad brillante del evangelio. Esta revelación transforma su visión sobre la relación que tiene con Dios y con sus semejantes. Fue en una jornada hacia Damasco, en los inicios de la década del 30 del siglo I, después de haber perseguido a la Iglesia, cuando se produjo el momento decisivo en la vida de san Pablo. Desde ese instante, todo lo que antes era su máximo ideal pasó a ser considerado por él “pérdida” y “basura”, en comparación con el conocimiento de Cristo que había adquirido.

San Lucas relata este acontecimiento en tres ocasiones en los Hechos de los Apóstoles. Lo significativo de estas narraciones es que el Cristo resucitado se manifiesta como una luz deslumbrante y se dirige a Saulo, transformando así su modo de pensar y su vida. El esplendor del Resucitado le causa ceguera, y su afirmación definitiva a Cristo en el bautismo le restaura la vista; tras curar su ceguera interior, logra ver con claridad. Así, san Pablo no se convierte a través de un simple razonamiento, sino por un encuentro, por la presencia irrefrenable del Resucitado, de la cual jamás podrá dudar, ya que la intensidad de esa experiencia fue inquebrantable. Este acontecimiento transformó radicalmente su existencia, cambiando todos sus valores. Ahora puede afirmar que lo que antes era esencial se ha convertido en “basura”, ya que lo único que cuenta es vivir en Cristo.

¡Qué gran valentía y determinación mostró Pablo! Ante el encuentro con Jesús, tomó decisiones profundas y transformó su vida. Debemos aprender de él, pues nosotros, en nuestra experiencia de fe, hemos sentido en innumerables ocasiones la presencia del Resucitado, el calor y la luz de la fe, momentos que nos han emocionado y nos invitan a hacer cosas nuevas. Todo esto es, sin duda, un regalo de Dios, pero no siempre respondemos a esa gracia; a menudo la mantenemos en pausa, prefiriendo dejar los cambios para mañana, dejando así pasar nuestra vida.

Seremos auténticos cristianos solo si nos encontramos con Cristo. Podemos encontrarnos con Él en la lectura de la Sagrada Escritura, en la oración y en la vida litúrgica de la Iglesia. Al tocar el corazón de Cristo, sentimos cómo Él también toca el nuestro. Solo a través de esta relación personal con Cristo, en este encuentro con el Resucitado, nos convertimos verdaderamente en cristianos.

Por eso, oremos al Señor para que nos ilumine y nos conceda el encuentro con su presencia, dándonos así una fe viva, un corazón abierto y una gran caridad hacia todos, capaces de transformar el mundo.

Durante este tiempo de vacaciones, aprovechemos para leer las cartas de San Pablo en el Nuevo Testamento, donde hallaremos al hombre transformado por la gracia divina, que se convirtió en pilar de la Iglesia y apóstol ardiente del Espíritu, capaz de cambiar vidas. Que nos convirtamos en amigos de Pablo, para que él nos acerque más a Jesús.

Oremos por los peregrinos de la JNJ

A partir de este lunes y durante toda la semana, miles de jóvenes de todo Chile, incluidos los de esta Diócesis de Rancagua, se reunirán en La Serena para un gran encuentro de fe. Acompañémoslos para que, como Pablo, vivan una experiencia de Dios que transforme sus vidas y los convierta en fervientes discípulos y misioneros de Cristo en nuestra sociedad.

Que Dios los bendiga.

+Guillermo Vera Soto

Obispo de Rancagua

Con Información de www.elrancaguino.cl

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