Ubicada en el sur de la Provincia de Biobío, la estación de tren de Mulchén ha sido durante mucho tiempo un símbolo de avance y conexión en la región. Inaugurada el 1 de mayo de 1896, fue parte de un ramal ferroviario de 42,8 kilómetros que unía la localidad con Coihue y otras áreas rurales.
Sin embargo, en la actualidad, sus ruinas apenas recuerdan el esplendor que tuvo como un importante eje de transporte y economía regional. Rodeada de algunas viviendas y otros usos, su historia es recordada por pocos, incluso con nostalgia por aquellos que desearían revivirla.
La historia comenzó en 1887, cuando el presidente José Manuel Balmaceda promovió la construcción de seis nuevas líneas ferroviarias en Chile. La conexión entre Mulchén y Coihue fue bien recibida por los residentes del Biobío, una región reconocida por su fuerte actividad agrícola y ganadera. La construcción inició formalmente el 1 de octubre de 1888, y tras varios años, el tren llegó a la comuna en abril de 1895.
Para entonces, Mulchén, fundada en 1875, se destacaba como un centro económico conocido como el «Granero de Chile». Contaba con importantes industrias y entidades financieras, como un banco y una caja de ahorros, además de un creciente número de empresas locales que se beneficiaron del ferrocarril para el transporte de mercancías y pasajeros.


Un ramal al olvido en Mulchén
Este ramal no solo conectó geografías, sino que también historias y esperanzas. Se contempló, sin éxito, la inclusión de Mulchén en una ruta internacional hacia Argentina junto a San Rosendo. Durante la mayor parte del siglo XX, la estación fue un punto de encuentro y actividad.
Sin embargo, como muchas infraestructuras ferroviarias del país, Mulchén no pudo evitar el abandono. La década de 1980 marcó el comienzo de su deterioro. El desuso, el robo de vías metálicas y la falta de mantenimiento aceleraron su declive. Finalmente, el 13 de diciembre de 2004, mediante el decreto 117 del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones y la recomendación de la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE), se autorizó el desmantelamiento de los últimos 10 kilómetros del ramal.
Hoy, lo que fue una estación vibrante es apenas una sombra de su pasado: una estructura deteriorada, una torre de agua, maquinaria oxidada para la rotación de locomotoras y una placa conmemorativa que recuerda lo que fue. Es un monumento silencioso al olvido que cautiva a quienes pasan cerca.
La historia ferroviaria del centro-sur de Chile revela contrastes: estaciones todavía operativas, otras convertidas en museos, muchas en abandono y algunas destruídas por la urbanización. Lamentablemente, Mulchén pertenece a esta última categoría, un lugar que, con visión y esfuerzo, podría haberse convertido en un espacio de memoria, turismo y patrimonio, pero que actualmente enfrenta la erosión del tiempo sin más defensa que la nostalgia.

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Con Información de elcontraste.cl