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Identidad como fuente de empoderamiento – Diario El Centro

Al hablar de emprendimiento, solemos pensar en modelos de negocio, estrategias de marketing y ventas. Sin embargo, hay un aspecto que va más allá de estas técnicas: la identidad. Para las mujeres emprendedoras en regiones, esta identidad no solo sirve para diferenciarse, sino que también se convierte en una fuente de empoderamiento y conexión con sus raíces. Un claro ejemplo de esto se encuentra en muchas mujeres del Maule, quienes han decidido integrar su amor por su tierra en el corazón de sus proyectos.

Un caso inspirador es el de María Pía Yovanovik, emprendedora social y amiga personal, quien fundó la iniciativa Prefiero el Maule, transformando esta frase en un movimiento real. Al liderar esta causa, Pía ha logrado congregar a productores locales, artesanos y emprendedores con el objetivo común de valorizar y difundir lo que surge en la región del Maule. Su labor no solo pone en evidencia el talento local, sino que también fortalece el sentido de pertenencia, mostrando que nuestras raíces pueden convertirse en el motor de un negocio exitoso.

Emprender desde la identidad va mucho más allá de utilizar ingredientes locales o rescatar tradiciones. Significa construir un proyecto que narre nuestra historia, nuestras vivencias y el territorio que nos ha formado. En otras palabras, es un acto de reivindicación y orgullo.

¿Sabías que informes recientes de SERNATUR indican que el 70% de los turistas nacionales prefieren consumir productos con “sello local” al visitar una región? Esto evidencia una tendencia hacia el consumo de lo auténtico, aquello que no se puede replicar porque lleva consigo una carga de identidad. Las emprendedoras tienen la oportunidad de satisfacer esta demanda, conectando al público con productos y servicios que cuentan historias verdaderas.

Tomemos como referencia a aquellas emprendedoras, como Pía, que han valorizado su sentido de pertenencia. Muchas de ellas han creado marcas basadas en elementos que refuerzan la identidad de su región, desde el diseño hasta el mensaje.

En el ámbito gastronómico, por ejemplo, las emprendedoras del Maule han recuperado recetas ancestrales y han destacado ingredientes autóctonos como algas, cecinas artesanales y vinos de cepas patrimoniales. Sus platos son más que alimentos; son una invitación a descubrir la cultura local.

En el campo de la artesanía, encontramos ejemplos cercanos, desde tejidos a mano con lana de oveja, obras de arte en madera tallada, hasta cerámicas de greda blanca decoradas con paisajes del valle central. Estas emprendedoras demuestran que los objetos pueden narrar historias, convirtiéndose en un puente entre el cliente y la región.

En el sector turístico, cada vez son más las mujeres que lideran proyectos que ofrecen experiencias además de conciencia. Caminatas guiadas por parques locales o visitas a viñas familiares muestran cómo el turismo puede ser un canal para conectar con el territorio y apreciar su riqueza.

Un aspecto fundamental del emprendimiento es visualizar el potencial de lo que tenemos a nuestro alrededor. Para las emprendedoras de regiones, esto implica observar con nuevos ojos los recursos locales: la materia prima, las tradiciones, las historias e incluso los paisajes.

En un contexto donde la migración a las grandes ciudades se considera a menudo como la única forma de “avanzar”, las emprendedoras que deciden permanecer en sus comunidades realizan un acto de resistencia y empoderamiento. No solo apuestan por su tierra, sino que también se convierten en agentes de cambio que fortalecen la economía local y fomentan la cohesión social.

Datos del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género resaltan que el 60% de las emprendedoras en áreas rurales ha declarado que su principal motivación es “contribuir al desarrollo de su comunidad”. Esto evidencia el impacto transformador que tienen estas mujeres, quienes construyen un futuro sin olvidar su pasado.

En resumen, emprender desde la identidad no solo permite la creación de negocios únicos y competitivos, sino que también genera un impacto positivo en las comunidades. Las emprendedoras que abrazan sus raíces y edifican a partir de su sentido de pertenencia demuestran que el empoderamiento no siempre implica el cambio de ubicación; también puede significar transformar y revalorizar lo que ya poseemos.

Que el ejemplo de Pía Yovanovik y Prefiero el Maule sirva de inspiración para muchas más mujeres en todo el país. Emprender con el corazón en la región es también un acto de amor hacia nuestras raíces y nuestras comunidades. Es una forma de afirmar: “Estoy aquí, y desde aquí también puedo cambiar el mundo.”

Con Información de www.diarioelcentro.cl

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