Por: Alejandro Montecinos, Vicedecano de Pregrado – Escuela de Negocios UAI
La llegada de Chat GPT ha intensificado la preocupación sobre cómo la Inteligencia Artificial (IA) impactará el empleo. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se estima que un 28% de los empleos en América Latina se verán influenciados por la IA en el próximo año. En el caso de Chile, esto podría significar la pérdida de alrededor de 2,6 millones de puestos de trabajo. Sin embargo, el World Economic Forum también ha identificado nuevas oportunidades laborales asociadas al avance de tecnologías como la IA, la sostenibilidad, la inteligencia empresarial y la ciberseguridad (The Future of Jobs, 2023, WEF).
En este contexto de incertidumbre laboral, surge la pregunta de cómo preparar a las futuras generaciones. Esta cuestión es especialmente relevante en medio de la discusión sobre el financiamiento de la educación superior, un bajo crecimiento económico y un elevado desempleo juvenil. A largo plazo, hay tres líneas que deberían orientar esta reflexión.
Primero, es crucial acelerar la adopción tecnológica. Tanto el BID como el WEF han destacado que la tecnología es un motor esencial para la transformación empresarial y el futuro del trabajo. Pensar en la tecnología como una herramienta educativa que favorezca el aprendizaje es fundamental, ya que permitirá formar profesionales que se adapten a las nuevas exigencias tecnológicas en sus respectivas áreas.
En segundo lugar, debemos enfocarnos en el desarrollo del pensamiento crítico. La evolución tecnológica y otros cambios contextuales han creado un entorno de incertidumbre constante. Tomar decisiones informadas, elegir la tecnología adecuada y evaluar riesgos éticos y prácticos necesitan una educación multidisciplinaria que fomente la formulación de preguntas adecuadas para encontrar respuestas en entornos laborales y sociales complejos. En 2022, Kane, Phillips y Copulsky afirmaron en «The Technology Fallacy» que las personas, más que la tecnología, son el factor crítico en la transformación digital: la tecnología ya ha evolucionado, pero las personas aún deben adaptarse. La formación en humanidades y la educación multidisciplinaria son vías para alcanzar esto.
Finalmente, es vital conectar la teoría con la práctica y fomentar una mentalidad de aprendizaje continuo. La oferta educativa debe adaptarse, permitiendo que los estudiantes ingresen al mercado laboral en menos tiempo y luego regresen a la educación superior para especializarse. Una transformación tecnológica exitosa exige modelos educativos que integren teoría y práctica, facilitando el reskilling y upskilling desde el inicio de las nuevas trayectorias profesionales.
Frente a esta realidad de transformaciones profundas que traen incertidumbres, riesgos y oportunidades, las universidades deben repensar su oferta educativa. Es esencial enfocarse en integrar nuevas competencias que equipen a los futuros profesionales con herramientas para insertarse efectivamente en un mercado laboral en constante cambio.
Con Información de www.elrancaguino.cl