Un académico de la UOH examina los beneficios de consumir productos de origen animal, enfatizando la necesidad de moderar la ingesta de carne y advirtiendo sobre los riesgos asociados a las dietas vegetarianas estrictas.
El debate en torno al consumo de productos de origen animal ha ido en aumento debido a preocupaciones sobre la sostenibilidad de su producción, así como por el bienestar animal y sus efectos en el medio ambiente. A su vez, han surgido tendencias hacia dietas vegetarianas o veganas que, en ocasiones, no cumplen con los requerimientos nutricionales necesarios, poniendo en riesgo la salud a mediano y largo plazo.
El profesor del Instituto de Ciencias Agroalimentarias, Animales y Ambientales (ICA3) de la Universidad de O’Higgins, Jaime Figueroa, explica que la domesticación del ganado en el Medio Oriente facilitó la caza, beneficiando a la sociedad al proporcionar un suministro regular de carne y productos derivados. Esto permitió a los humanos obtener proteínas de alta digestibilidad, favoreciendo el desarrollo del sistema nervioso central y el tamaño del ciego para digerir alimentos vegetales.
“Por ello, el consumo de carne y otros productos de origen animal, como huevos y lácteos, ha sido un pilar fundamental en la evolución humana, siendo crucial para el desarrollo orgánico, debido a la calidad de proteína, vitaminas y minerales esenciales para numerosos procesos metabólicos”.
Advertencia nutricional
Figueroa enfatiza no solo la importancia del consumo de estos productos, ampliamente documentados en la literatura científica, sino que también advierte que una dieta que los excluya puede tener consecuencias negativas para la salud a corto plazo y potenciales efectos a largo plazo, “de los cuales no somos conscientes. El ser humano es omnívoro por naturaleza, y su desarrollo fisiológico y cognitivo debe estar relacionado con la incorporación de nutrientes presentes en productos de origen animal y vegetal”.
El especialista alerta que la falta de proteínas y otros nutrientes provenientes de productos animales, como ocurre en dietas exclusivamente vegetales, puede provocar deficiencias, especialmente en niños y adolescentes en crecimiento. “De hecho, en algunos países, las dietas sin proteínas animales han sido objeto de jurisprudencia, catalogadas como maltrato infantil debido a los efectos negativos en el desarrollo físico y cognitivo”.
Especifica que una dieta estrictamente vegetal y sin la adecuada planificación puede conducir a deficiencias en aminoácidos, hierro, vitamina B12 y omega-3. “Uno de los principales problemas de las dietas completamente vegetales es la biodisponibilidad de los nutrientes. Aunque muchos vegetales tienen cantidades significativas de hierro, su absorción en el cuerpo humano es limitada, requiriendo suplementación. Lo mismo ocurre con otros nutrientes que se encuentran ‘atrapados’ en los vegetales por enlaces que nuestro cuerpo no puede descomponer adecuadamente”.
Alimentos agradables y palatabilidad
Por otro lado, el académico señala que muchos alimentos de origen vegetal tienen problemas de palatabilidad, lo que los hace menos atractivos desde el punto de vista organoléptico, impidiendo el reconocimiento de nutrientes de alta calidad. “Esto se debe a que la palatabilidad de un alimento está directamente relacionada con la concentración y calidad de nutrientes necesarios para el organismo. Por ejemplo, al cocinar carne se liberan compuestos volátiles que evidencian su calidad nutricional y la percibimos como placentera”, lo que refleja una adaptación en nuestra conducta alimentaria, según indica el docente.
Producción sostenible y cultura alimentaria
En cuanto a la importancia del consumo de carne, a pesar de los beneficios de los productos de origen animal, Figueroa también reconoce la necesidad de moderar su ingesta de manera adecuada para el organismo, y de plantear una economía circular y sostenible que favorezca la producción animal. Advierte que el consumo excesivo de carne en relación con las necesidades fisiológicas y la sobreproducción tiene un impacto negativo en la cultura alimentaria.
“El consumo y la producción de alimentos de origen animal debe ser equilibrado y sostenible. Necesitamos mejorar los procesos productivos en términos de impacto ambiental, bienestar animal y economía circular. La industria poco a poco se ha comprometido con la sostenibilidad, y debemos avanzar como sociedad considerando todos los actores y la tasa de desarrollo de nuestro país. No es necesario consumir productos de origen animal todos los días, pero su inclusión en la dieta es fundamental para un desarrollo óptimo. La pregunta entonces es cómo mejorar los procesos de producción en línea con los requerimientos éticos de la sociedad actual”, concluye.
Con Información de www.diarioelpulso.cl