Javier Mancilla Aliste.
Docente en la Facultad de Medicina, Universidad Central.
Según el Ministerio de Salud, las enfermedades cardiovasculares (ECV) representan aproximadamente el 28% de los fallecimientos en nuestro país. A nivel global, la Organización Mundial de la Salud informa que estas enfermedades son responsables del 32% de las muertes, siendo el infarto agudo al miocardio y los accidentes cerebrovasculares las causas más frecuentes.
En los últimos años, se ha registrado un aumento en las muertes de personas jóvenes y adultas jóvenes debido a disfunciones cardíacas, un fenómeno que generalmente no se anticipa en este grupo de edad. Aunque este segmento de la población enfrenta mayor exposición a factores de riesgo relacionados con el comportamiento y estilo de vida, como el tabaquismo, una dieta poco saludable, la obesidad, la falta de actividad física, el consumo excesivo de alcohol y la contaminación ambiental, también se han identificado otros factores derivados de la epidemiología social que impactan considerablemente en el desarrollo de las ECV.
La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo ha evidenciado conexiones evidentes entre las ECV y la exposición a factores de riesgo psicosocial en el entorno laboral. Estos factores se definen como «elementos de la dinámica organizacional que pueden tener efectos adversos en la salud de los trabajadores» (Moretti, Cisternas y Pérez, 2021). Se clasifican en varias dimensiones que afectan a los empleados: carga de trabajo, demandas emocionales, desarrollo profesional, reconocimiento, claridad de roles, conflictos de roles, calidad del liderazgo, compañerismo, equilibrio entre trabajo y vida personal, confianza y justicia organizacional, así como vulnerabilidad, violencia y acoso.
De acuerdo con Villalobos (2004), la exposición a estos factores provoca reacciones que pueden ir desde una acomodación pasiva, en la que los trabajadores se adaptan al ambiente laboral disminuyendo su participación activa, hasta reacciones de estrés que incluyen componentes subjetivos, conductuales y fisiológicos. Las respuestas subjetivas a menudo se manifiestan como ansiedad y depresión, que pueden derivar en conductas tales como el consumo de tabaco y alcohol, ambos riesgos significativos para las ECV. Fisiológicamente, el estrés activa el sistema nervioso y endocrino, liberando hormonas como el cortisol y neurotransmisores como la adrenalina y la noradrenalina, los cuales están asociados con un aumento en la frecuencia cardíaca y la presión arterial, pudiendo llevar a eventos severos como infarto al miocardio y accidentes cerebrovasculares (Moretti, Cisternas y Pérez, 2021).
La evidencia actual indica la importancia de abordar este tema de manera más prominente en las discusiones de las autoridades sanitarias y laborales. Es vital prestar atención a las condiciones laborales que exponen de forma crónica a los trabajadores al estrés, incentivando el desarrollo de políticas públicas que controlen de manera eficaz los factores de riesgo psicosocial. Adicionalmente, es fundamental que las organizaciones implementen actividades de promoción de la salud dentro de sus políticas, acompañadas de regulaciones, supervisión e intervenciones adecuadas. Considerando que la población adulta y joven constituyen una parte significativa de la fuerza laboral, estas medidas no solo favorecerán el bienestar, la salud y seguridad en el ámbito laboral, sino que también contribuirán a la salud pública tanto local como global.
El artículo Estrés y Riesgo Psicosocial: El Costo Cardiovascular del Trabajo fue publicado primero en Osorno en la Red.
Con Información de osornoenlared.cl