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Cada mes, los medios reportan sobre violencia escolar, desde peleas entre estudiantes hasta ataques a docentes y fuerzas policiales.
Promover un ambiente escolar positivo representa un reto global, que demanda soluciones locales y globales, especialmente en un mundo donde los problemas sociales y las nuevas tecnologías afectan la vida diaria de los jóvenes.
En este contexto, la comunidad educativa no solo debe centrarse en la instrucción académica, sino también ofrecer herramientas para el desarrollo socioemocional y la inclusión, preparando a los estudiantes para un futuro laboral complejo y en constante cambio.
Un enfoque integral es esencial, y se puede lograr mediante programas de convivencia escolar que no solo aborden conflictos y agresiones, sino que también fomenten una cultura educativa basada en valores como el respeto, la empatía y el apoyo mutuo. En este sentido, el papel de los docentes y las familias es crucial.
A nivel mundial, países han implementado iniciativas para mejorar el clima escolar y reducir la violencia y la discriminación. Por ejemplo, en Canadá se practica la mediación entre alumnos; Japón promueve la educación emocional y el respeto desde temprana edad; y Finlandia se enfoca en la prevención y reducción del acoso escolar, involucrando a la comunidad y a los estudiantes.
En Chile, los cuatro colegios de la Fundación Nocedal han brindado educación técnica de calidad durante casi 30 años en Puente Alto y La Pintana, áreas de alta vulnerabilidad social. Su objetivo es ofrecer conocimientos que capaciten a los estudiantes y desarrollar valores para facilitar la toma de decisiones en la vida. Además, empoderan a las familias como los primeros educadores de sus hijos, promoviendo así su autonomía y fortaleciendo redes de apoyo.
Para combatir la violencia en las escuelas del país, es crucial abordar este desafío de manera integral, uniendo esfuerzos a nivel institucional, comunitario y familiar. Este es un reto que concierne a toda la sociedad.
La violencia escolar tiene múltiples causas, lo que exige un trabajo profundo y coordinado en las instituciones educativas, integrando estas temáticas de forma sistemática en los planes de estudios.
Finalmente, es fundamental que las escuelas y la comunidad educativa reciban formación continua en gestión de conflictos y programas de educación emocional, equipando a los estudiantes con habilidades para manejar sus emociones, frustraciones y resolver disputas pacíficamente.
Andrés Benitez Beas
Psicólogo clínico, coordinador del Área Psicosocial
Fundación de Educación Nocedal
Con Información de portalmetropolitano.cl