En el sur de Chile, Laja y San Rosendo, dos comunas hermanas, resguardan un legado donde se entrelazan historia, paisajes y tradiciones ferroviarias. Conectadas por un puente centenario y una memoria colectiva, ofrecen a los visitantes una experiencia que fusiona la nostalgia del ferrocarril con la belleza de la naturaleza virgen.
La historia de Laja comenzó hace más de un siglo, cuando estas tierras fueron reconocidas como una zona estratégica para el desarrollo del país. En 1891, Laja se estableció oficialmente bajo el nombre de Municipalidad Estación de La Rinconada. Años más tarde, en 1927, se confirmaría su existencia como comuna autónoma.
Desde entonces, Laja ha tenido una conexión profunda con el ferrocarril, en gran parte gracias a la cercanía de San Rosendo, un lugar emblemático en la historia ferroviaria chilena. Esta relación ha forjado una identidad común marcada por trenes y locomotoras de vapor.
San Rosendo
San Rosendo fue fundado oficialmente en 1826, pero sus raíces se remontan al siglo XVII, cuando se construyó un fuerte en el cerro Centinela. Después de varias destrucciones, el asentamiento actual surgió en 1826, convirtiéndose en un punto clave del sistema ferroviario nacional.
Con la inauguración del ramal Chillán-Talcahuano en 1869, San Rosendo se consolidó como el centro del tráfico ferroviario del sur. Desde aquí, salían los trenes y se realizaban mantenimientos en la Casa de Máquinas de 1885, donde se abastecían locomotoras. Hoy, ese esplendor del pasado se conserva como un museo al aire libre con locomotoras reconocidas como Monumentos Históricos y un Museo Ferroviario lleno de recuerdos de esa época.

Maravillas Naturales de San Rosendo y Laja
Además de su historia, estas comunas ofrecen paisajes deslumbrantes. En Laja, cerca del centro, se halla la Laguna La Señoraza, un lugar turístico popular para actividades náuticas, con un entorno ideal para el descanso y la observación de aves. Su importancia ecológica ha generado debate sobre su protección.
A poca distancia, otras maravillas naturales como la Laguna El Pillo, de acceso difícil, y la Laguna Coyanco, rodeada de árboles antiguos, ofrecen un refugio de biodiversidad. Ambos lugares han logrado mantenerse intactos, albergando una variedad de flora y fauna autóctona.
El imponente Puente Ferroviario, diseñado por Gustave Eiffel, une a Laja y San Rosendo. Aunque originalmente destinado para trenes, hoy sirve como pasarela peatonal y ciclovía con vistas a la confluencia de los ríos Laja y Biobío. Bajo este puente, el Balneario San Roque es un popular destino veraniego para quienes buscan refrescarse.

Un Descanso Memorable
El Mirador El Descanso, en las alturas, ofrece una vista espectacular de las vías ferroviarias, la Casa de Máquinas y la comuna de Laja. Parte de un proyecto municipal, busca potenciar el turismo y revalorizar el patrimonio local.
No todo ha sido prosperidad en San Rosendo. En 1936, una inundación causó graves daños, y cinco años después, un incendio arrasó con varias manzanas de la ciudad. No contaban con un cuerpo de bomberos, lo que obligó a solicitar ayuda de comunas vecinas. Sin embargo, esta historia es un relato de resiliencia y adaptación a los cambios del tiempo, sin perder su identidad.
Actualmente, Laja y San Rosendo invitan al turismo de una manera íntima, destacando sus calles, lagunas y rieles que narran historias. No requieren grandes campañas para atraer visitantes, ya que quienes llegan lo hacen impulsados por la curiosidad y se van conmovidos por la historia, la belleza y la amabilidad de su gente.
De esta manera, en este rincón del Biobío, el sur de Chile sigue vibrando, como el acero de los trenes, junto al suave murmullo del agua.
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Con Información de elcontraste.cl