La palabra «bruja» tiene un origen etimológico que revela un pasado considerablemente diferente al del temido personaje que conocemos hoy. En latín, el término «sorcerus» hacía referencia a alguien que empleaba la magia, mientras que en español se relacionaba más con la idea de «mujer sabia». Durante la Europa medieval, estas mujeres, conocidas como «cunning folk», eran valoradas por su conocimiento en botánica y su capacidad para utilizar hierbas medicinales en el tratamiento de enfermedades.
No obstante, su posición era vulnerable; si un remedio no funcionaba o surgían conflictos, rápidamente se convertían en blanco de acusaciones de brujería. Aunque al principio se apreciaba su sabiduría en la medicina y la naturaleza, el cristianismo primitivo las convirtió en figuras demonizadas, alegando que realizaban pactos con el diablo a cambio de sus supuestas habilidades sobrenaturales.
El tratado del terror: el `Malleus Maleficarum´.
Desde el siglo XV, el temor hacia las brujas se intensificó, particularmente después de la publicación del notorio `Malleus Maleficarum´ en 1486, un tratado que estableció métodos para identificar y castigar a las supuestas brujas, institucionalizando así la caza de brujas. La mayoría de las víctimas eran mujeres, especialmente solteras, viudas o aquellas sin protección masculina, consideradas más vulnerables a caer en la tentación del diablo. Esta demonización se sustentaba, en parte, en la narrativa bíblica de la caída de Adán y Eva, donde Eva, la primera mujer, fue la que sucumbió a la tentación al comer la manzana prohibida.
En medio de esta atmósfera de histeria, incluso rasgos físicos podían ser motivos de acusación. Personas con cabello pelirrojo o aquellas con marcas de nacimiento y otros defectos eran a menudo señaladas como portadoras de la «marca del diablo», un supuesto indicativo de haber realizado un pacto demoníaco.
Las cacerías de brujas alcanzaron su auge entre los siglos XVI y XVII, siendo responsables de las acusaciones de brujería de entre 60,000 y 100,000 personas en Europa, de las cuales aproximadamente 40,000 fueron ejecutadas. Las formas más comunes de ejecución incluían la quema en la hoguera, ya que se creía que el fuego purificaba el alma de los herejes.
La danza macabra de las cazas de brujas.
El espectáculo de las ejecuciones alimentaba la morbosidad y la superstición entre el público, que presenciaba las convulsiones y gritos de las víctimas como una supuesta lucha entre el mal y la justicia divina. En lugares como Inglaterra y Escocia, las brujas eran ahorcadas en espacios públicos, y sus cuerpos, posteriormente, eran incinerados para evitar que su espíritu maligno regresara.
Antes de las ejecuciones, las acusadas eran sometidas a torturas crueles, como el «strappado», donde la víctima era colgada de las muñecas y luego soltada bruscamente, causando la dislocación de sus hombros. También se aplicaba la prueba del agua: las acusadas eran atadas y lanzadas a un río o lago. Si flotaban, se consideraba que el agua rechazaba su cuerpo impuro, confirmando su culpabilidad; si se hundían, se les declaraba inocentes, aunque para entonces ya era demasiado tarde.
Salem, 1692: un viaje al corazón del miedo.
Los juicios de Salem en 1692 son quizás el ejemplo más escalofriante de esta persecución. En Massachusetts, el miedo y la superstición marcaron un oscuro capítulo en la historia de las brujas. Dos jóvenes, Elizabeth Parris y Abigail Williams, hijas del párroco del lugar, comenzaron a mostrar comportamientos extraños como convulsiones y gritos, lo cual alarmó a la comunidad, interpretándose como evidencia de posesión demoníaca.
Las niñas afirmaron estar siendo atormentadas por tres mujeres del pueblo: Tituba, una esclava indígena; Sarah Good, una mendiga; y Sarah Osborne, una mujer marginada. Tituba, al ser arrestada, proclamó que conocía y practicaba artes oscuras, alegando que había sido forzada por el diablo a hacerlo. Su testimonio avivó la histeria colectiva y despertó el miedo hacia otras posibles brujas en Salem, llevando a que las acusaciones se propagaran rápidamente.
Se juzgó a más de doscientas personas, de las cuales alrededor de treinta fueron declaradas culpables y diecinueve ejecutadas en la horca. El pánico cesó en 1693, cuando el gobierno de Massachusetts disolvió el tribunal y retiró las acusaciones restantes. Muchos de los que participaron en los juicios expresaron remordimiento por su papel en esta tragedia, reconociendo las injusticias cometidas.
A medida que la sociedad fue dejando atrás los juicios de brujería, la figura de la bruja se transformó, pasando de ser una amenaza a un símbolo cultural complejo. En el siglo XX, las brujas adquirieron un lugar destacado en el cine, la televisión y la literatura, donde empezaron a ser representadas como personajes empoderados que celebran lo sobrenatural.
La resurrección de las brujas y su magia inmortal.
Un claro ejemplo de esta transformación es la serie `Bewitched´ (‘Embrujada’, 1964), donde Samantha Stephens personifica a una bruja que desea llevar una vida cotidiana como ama de casa en un tranquilo suburbio estadounidense. Luego, `Charmed´ (‘Embrujadas’, 1998) elevó esta representación, centrando su narrativa en las hermanas Halliwell, descendientes de un antiguo linaje de brujas, que luchan contra fuerzas malignas mientras enfrentan los retos del mundo mortal que las observa con desconfianza.
En la gran pantalla, `Hocus Pocus´ (1993) se destaca con las Hermanas Sanderson, tres brujas del siglo XVII resucitadas en el Salem moderno. Esta película, que mezcla humor y magia oscura, se ha convertido en un clásico de Halloween y dio origen a la ansiada secuela `Hocus Pocus 2´ (2022), evidenciando la persistencia de estas figuras en la cultura popular.
En la literatura, la serie `Harry Potter´ (1997) ha redefinido la imagen de las brujas en la cultura contemporánea, presentando a Hermione Granger como la joven aprendiz del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería que se convierte en la bruja más brillante de su época.
Además, el mundo de los cómics de Archie evolucionó en `Las escalofriantes aventuras de Sabrina´ (Netflix, 2018), donde Sabrina Spellman, equilibrando lo mundano y lo sobrenatural, profundiza en los secretos del `Libro de las Sombras´ y las artes oscuras mientras enfrenta los dilemas de su aquelarre. Disney Channel también encontró en `Los magos de Waverly Place´ un universo mágico, que ha generado un esperado regreso en Disney+, titulado `Los magos más allá de Waverly Place´ (2024).
Recientemente, `Agatha All Along´ (Disney+, 2024) ha capturado la atención de la audiencia. La serie explora a Agatha Harkness, una poderosa hechicera que, tras su conexión con los juicios de Salem, busca formar un nuevo aquelarre para enfrentar los peligros de `La Senda de las Brujas´. Desde 1969, Agatha es parte del universo Marvel y ha resurgido en el interés popular, revitalizando la figura de la bruja y su complejidad en la narrativa contemporánea.
Desde las hogueras de Salem, las brujas han transitado de ser temidas y perseguidas a convertirse en símbolos indiscutibles de Halloween. Lo que antes generaba temor, ahora fascina y hechiza a generaciones enteras, reflejando nuestra constante atracción hacia lo extraño y lo misterioso. Con cada disfraz, cada caldero burbujeante y cada vuelo en escoba, celebramos nuestra conexión con lo fantástico y lo sobrenatural.
Por Paula Rey
EFE REPORTAJES
Con Información de www.elrancaguino.cl