La comunidad científica sigue con gran interés la actual situación climática que marca el final de este año, afirmó Raúl Orrego, investigador del INIA Quilamapu y experto en agroclimatología. Orrego señaló que la llegada del fenómeno de La Niña se ha retrasado a lo largo del año, lo cual ha resultado bastante beneficioso para el sector agrícola. «Generalmente, La Niña se asocia con heladas en invierno y primavera, que pueden causar daños significativos en los follajes y brotes de árboles, cultivos y praderas. Sin embargo, en esta temporada los daños han sido menores en el centro y sur del país», explicó.
Orrego comentó que actualmente nos encontramos en una fase neutral, aunque se ha detectado un enfriamiento del mar. «Estamos acercándonos a una condición de La Niña, pero para que esto se confirme, la temperatura promedio de los océanos debe bajar al menos 0,5 grados», indicó.
En términos sencillos, Raúl Orrego definió La Niña como un enfriamiento de las aguas marinas a nivel global, que se relaciona principalmente con condiciones secas, inviernos y primaveras frías, y veranos calurosos en la zona central y centro sur de Chile. «La falta de La Niña provoca una situación climática particular, con nubosidad costera y nieblas matutinas en casi todo el país», añadió el investigador, quien también mencionó que esta situación ha traído temperaturas más frescas, observándose días muy cálidos seguidos de otros muy fríos para esta época del año.
Alta radiación UV
El índice UV, que mide la peligrosidad de la radiación solar, puede variar entre 1 (baja radiación) y 11 (radiación extrema). Orrego indicó que este valor puede aumentar en condiciones de debilitamiento de la capa de ozono y durante períodos de alta radiación, particularmente a finales de primavera y en verano.
«El calor extremo no exime a nadie del riesgo asociado a la radiación ultravioleta, que es bastante serio», puntualizó. Agregó que, debido a ciertas condiciones atmosféricas, la capa de ozono está más delgada, permitiendo el ingreso de una cantidad alarmante de radiación, con niveles que nunca había registrado antes.
El investigador mencionó que actualmente en la Región del Biobío se han alcanzado índices de radiación UV de hasta 11, llegando a 12 en Ñuble y hasta 13 en O’Higgins. «Estos valores son considerablemente más altos de lo habitual; sin embargo, no están necesariamente relacionados con el calor, ya que también pueden presentarse en días nublados, dado que las nubes no filtran la radiación UV», aclaró. También advirtió que la alta radiación se puede reconocer por la sensación de picazón o ardor en la piel, especialmente entre las 11 de la mañana y las 5 de la tarde.
Efectos en la agricultura
Desde una perspectiva agrícola, Yessica Salvadores, investigadora en frutales y fisióloga del INIA Quilamapu, señaló que el aumento de la radiación UV afecta el proceso fotosintético de las plantas, comprometiendo sus reservas y, en consecuencia, los rendimientos y la calidad de los frutos. Esto podría tener repercusiones tanto en la calidad actual como en la cosecha del próximo año.
Según Salvadores, en el caso de la cereza, cuya cosecha ya ha comenzado, es crucial cuidar las plantas tras la cosecha, garantizando un riego adecuado durante el verano y considerando el uso de protectores solares para prevenir la formación de frutos dobles y la caída anticipada de las hojas, lo que afecta las reservas de la planta.
Riesgo en humanos y animales
Raúl Orrego enfatizó la importancia de que quienes trabajen en el campo se protejan de la radiación solar para evitar daños en la piel y los ojos. Recomendó el uso de bloqueadores solares, sombreros de ala ancha o gorras tipo legionarios, y gafas de sol certificadas. En cuanto a los animales, subrayó que también necesitan protección del sol, destacando la importancia de proporcionarles sombra y un acceso adecuado al agua para mantener una buena hidratación.
Con Información de elmauleinforma.cl