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Dependemos de otros para mantenernos en la categoría.

Opinión de Carlos Osses, comentarista deportivo.

O’Higgins atraviesa un momento crítico, donde la salvación parece depender más de los resultados de otros equipos que de nuestras propias capacidades para evitar el descenso.

La formación que se presentó el jueves pasado para el partido contra Ñublense dejó perplejos a muchos aficionados. La elección de una línea ofensiva que ha mostrado una ineficacia constante a lo largo del torneo es difícil de justificar, especialmente cuando el equipo enfrenta un reto tan decisivo como la permanencia en la Primera División.

El impacto fue inmediato: a los 8 segundos ya estábamos en desventaja, lo que puso de manifiesto una alarmante falta de concentración desde el comienzo.

A pesar de que O’Higgins intentó reaccionar, el principal problema radicó en la incapacidad para concretar las oportunidades generadas. Sarrafiore intentó asumir el control en el mediocampo, pero se encontró solo, sin el apoyo necesario para construir un juego ofensivo efectivo.

La defensa también mostró serias carencias. Desde mi perspectiva, los tres goles de Ñublense fueron en gran parte culpa del arquero. La decisión de mantener a Arnaldo Castillo como titular sigue siendo un enigma, sobre todo cuando hay opciones como Esteban Moreira y Esteban Calderón, quienes ni siquiera fueron considerados.

Mosevich fue el único que pareció estar a la altura, logrando marcar un gol y esforzándose en cada jugada, aunque no pudo cargar con todo el peso del partido.

Las expulsiones de Moya y Ogaz complican aún más la situación de cara al próximo enfrentamiento contra Cobresal. Sin Mosevich, O’Higgins se verá obligado a improvisar una defensa completamente nueva en un duelo donde cada error podría resultar fatal.

En este momento, la sensación es que nuestra suerte depende más de lo que hagan Huachipato y Cobreloa, nuestros rivales directos en la lucha por eludir el descenso.

El cambio de entrenador es una opción que algunos hinchas consideran, pero yo pienso que sería un riesgo innecesario en este instante. El problema del equipo trasciende la figura del entrenador y es una consecuencia de una planificación y gestión inadecuadas a lo largo de toda la temporada.

Con solo dos partidos restantes, la posibilidad de mantenernos en la categoría existe, aunque es más probable que logremos hacerlo gracias a los errores de nuestros oponentes que por méritos propios.

En conclusión, O’Higgins está cerrando un año nefasto, y el silencio de los dirigentes es un claro indicativo de la falta de responsabilidad. El futuro del club no solo depende de estos últimos dos encuentros, sino de la implementación de cambios estructurales que eviten que situaciones como esta se repitan.

Con Información de www.elrancaguino.cl

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