Ayer se llevaron a cabo elecciones, pero en lugar de ser un plebiscito como algunos pronosticaban, se trató de una votación local. Esto resultó en una variedad de resultados en las diferentes regiones, con victorias tanto para candidatos oficialistas como para representantes de la oposición.
En nuestra región, Pablo Silva Amaya se impuso claramente y continuará siendo la máxima autoridad regional. Con su experiencia de cuatro años como gobernador, se espera que este nuevo periodo supere al anterior.
Un análisis preliminar de los datos revela la sorprendente victoria de Ugarte en Rancagua y la considerable cantidad de votos que Silva recibió en Colchagua y Cardenal Caro, lo que indica que el respaldo de los alcaldes electos de distintos sectores fue crucial.
Por otro lado, se observó que Ugarte tuvo una campaña de segunda vuelta con menos fervor y recursos que en la primera, lo que sugiere que no recibió el apoyo esperado de su partido, el Republicano. La visita de Kast para respaldarlo parece haber perjudicado más que beneficiado, ya que no era necesario para atraer al votante firme de oposición, y apenas ayudó a convencer al votante de centro o centroizquierda que podría haber dudado.
De cara a las elecciones presidenciales, surge la pregunta de si estos resultados pueden extrapolarse. Inicialmente, parece que la respuesta es negativa. Sin embargo, es válido cuestionar si la marca Republicano es suficiente para lograr mayorías absolutas. Aunque los Republicanos son una fuerza política significativa en el país y su votación es relevante cuando hay múltiples candidatos, no parece suficiente para obtener más del 50% de los votos.
A pesar de que el Gobernador no posee todas las atribuciones deseadas, Silva cuenta con una gran ventaja: fue elegido, lo que garantiza su cargo por cuatro años, sin depender de la evaluación de un único gran elector, como sucedía cuando era intendente.
Esto le otorga la libertad de representar ante el poder central las inquietudes de nuestra región y de exigir y supervisar el trabajo de los seremis, aunque legalmente la coordinación de los servicios esté a cargo del delegado presidencial.
En un mundo globalizado, es fundamental que las regiones disfruten de mayor autonomía, lo cual no solo es positivo para abordar problemáticas sociales, sino también económicas. La capacidad de cada zona para mostrar su potencial es esencial para atraer inversiones, conocimientos y tecnologías que fortalezcan la competitividad de sus sectores productivos y aceleren el progreso.
La experiencia internacional indica que la competitividad empresarial no es un fenómeno aislado del contexto cultural, institucional y social en el que las empresas operan; cada proceso de desarrollo económico se enmarca en un entorno territorial específico y sus características.
Por lo tanto, en este contexto, la Competitividad Regional puede definirse como la capacidad de una región para lograr un crecimiento sustentable a largo plazo, incrementando el bienestar económico, social y la calidad de vida de sus ciudadanos. Esto incluye la habilidad de crear redes innovadoras, generar dinámicas de inserción internacional y fomentar el desarrollo tecnológico, así como la flexibilidad para reorientar recursos, actividades y objetivos que permitan aprovechar nuevas oportunidades de desarrollo. Estas características están actualmente limitadas por la excesiva centralización de recursos y la visión centralista de las necesidades desde la capital del país, de ahí la importancia crucial de contar con un Gobernador Regional.
Luis Fernando González V
Subdirector
Con Información de www.elrancaguino.cl
