Las elevadas temperaturas superiores a 30 grados durante el verano representan un desafío para alargar la vida útil de los alimentos y garantizar su consumo seguro.
En los meses calurosos, el calor intenso acelera la descomposición de los alimentos, favoreciendo la proliferación de microorganismos y hongos en frutas y verduras. Por lo tanto, una correcta conservación es esencial para la seguridad alimentaria, ya que evita el desperdicio y reduce los riesgos para la salud al ingerir alimentos en mal estado o contaminados.
Frente a este reto, la profesora del Instituto de Ciencias Agroalimentarias, Animales y Ambientales (ICA3) de la Universidad de O’Higgins (UOH), Claudia Foerster, destaca que “mantener la cadena de frío y el almacenamiento adecuado de frutas y verduras es fundamental para prolongar la vida útil de los alimentos y conservar su valor nutricional, al mismo tiempo que se reduce el desperdicio”.
Refrigeración, separación y congelación
Foerster aclara que, cuando las temperaturas superan los 30 grados, es vital proteger los alimentos del sol y asegurarse de que se mantengan en condiciones óptimas, lo que se logra en un ambiente refrigerado. Esto disminuye el riesgo de bacterias y preserva los nutrientes esenciales. Además, la refrigeración evita la pérdida de agua, manteniendo la frescura y textura de las hortalizas durante más tiempo, según la experta.
Además de lavar las frutas y verduras antes de almacenarlas (con la excepción de los champiñones), la experta aconseja separar diferentes tipos de frutas y verduras “para evitar que unas aceleren la descomposición de otras”. Se recomienda utilizar recipientes de fibra natural o bolsas perforadas para facilitar la transpiración y minimizar la acumulación de humedad.
Ambientes frescos, secos y oscuros
Sobre la conservación de hortalizas en otros espacios, la docente asegura que pueden mantenerse fuera del refrigerador en un lugar fresco, seco y oscuro; condiciones esenciales para evitar el moho y otros microorganismos. La experta señala que estos ambientes también ralentizan la maduración, especialmente en verduras y frutas con bajo contenido de agua, como papas, cebollas, zapallos, ajos, así como sandías, manzanas y peras.
Alimentos cocinados
Entre otras recomendaciones, la médica veterinaria advierte que las preparaciones cocidas requieren atención especial. Una vez cocinadas, deben enfriarse a temperatura ambiente durante no más de dos horas antes de ser refrigeradas en recipientes herméticos por un máximo de tres días antes de su consumo. “Si no se utilizan o consumen en ese plazo, es necesario congelarlas para evitar desperdicios innecesarios”.
Durante el proceso de descongelación, sugiere mantener los alimentos en el refrigerador uno o dos días antes, advirtiendo que los alimentos cocinados deben mantenerse separados de los crudos para prevenir la contaminación cruzada.
Evitar el desperdicio
Foerster indica que con una adecuada organización se puede reducir significativamente el desperdicio alimentario durante el verano. La clave consiste en planificar las compras de manera consciente, almacenar los alimentos adecuadamente y utilizar las sobras de forma creativa.
“Por ejemplo, utilizar cooler para transportar alimentos frescos desde el mercado hasta el hogar previene que los productos se deterioren durante el trayecto. Asimismo, verificar la frescura de los alimentos antes de comprarlos es una práctica sencilla pero efectiva”. Promover el reciclaje orgánico, como compostar restos de frutas y verduras, no solo reduce el desperdicio, sino que contribuye a la inocuidad y sostenibilidad alimentaria en los hogares. La experta invita a prolongar la vida de los alimentos mediante la implementación de estas prácticas útiles.
Con Información de www.diarioelpulso.cl