En la mayoría de los bebés, la erupción de los dientes ocurre entre los 6 y 12 meses de edad, aunque algunos pueden cumplir su primer año sin haber desarrollado ningún diente. Según la Academia Americana de Pediatría, «los primeros dientes que suelen salir son casi siempre los incisivos centrales inferiores, y la mayoría de los niños tienen todos sus dientes de leche a los 3 años.»
Sin embargo, la Sociedad Española de Odontopediatría señala que la higiene bucal del bebé debe comenzarse incluso antes de que aparezcan los primeros dientes. “Aunque no exista riesgo de caries en esta etapa, ya que no tiene dientes, es recomendable limpiar los restos de leche de su boca. Esto ayuda a prevenir la candidiasis, alivia las molestias en las encías durante la futura erupción dental, fomenta vínculos afectivos con el lactante y le acostumbra a la manipulación de la cavidad oral,” enfatizan.
Para realizar esta limpieza, el Colegio de Higienistas de Madrid recomienda humedecer una gasa con agua o suero fisiológico, cubrir nuestro dedo con ella y pasarla suavemente por las encías y los lados del interior de la boca del bebé. También se puede utilizar un dedil de silicona especialmente diseñado para esta tarea. «Es importante hacerlo gradualmente para que el bebé se acostumbre, lo que facilitará una limpieza más profunda con el tiempo,» aconsejan.
Este proceso de limpieza debe continuarse hasta que el bebé tenga sus primeros dientes. Después de que aparezcan, es fundamental cepillarlos dos veces al día, especialmente por la noche, tras la última toma o comida. La Asociación Española de Pediatría indica que se debe utilizar «un cepillo de lactantes y pasta dental con 1000 ppm (partes por millón) de flúor, aplicando una cantidad equivalente a un grano de arroz o una pequeña mancha.»
Al cumplir tres años, la Academia Americana de Pediatría, la Asociación Dental Americana y la Academia Americana de Odontología Pediátrica sugieren usar una cantidad de dentífrico con flúor del tamaño de un guisante. “Cuando su hijo esté listo, enséñele a escupir el exceso de dentífrico. Es mejor que usted dispense el dentífrico en el cepillo hasta que su hijo logre manejarlo a los seis años. Los padres deben supervisar y ayudar durante el cepillado hasta que el niño tenga aproximadamente siete u ocho años. Cuando puedan escribir su nombre correctamente, también podrán cepillarse adecuadamente,” detallan.
Además, la Sociedad Española de Odontopediatría recomienda llevar al bebé al odontopediatra al cumplir su primer año. «Incluso antes, sería aconsejable cuando le salgan los primeros dientes,» afirman. Subrayan que, a lo largo del crecimiento del niño, es necesario realizar revisiones al dentista cada seis meses.
Esta entidad recuerda que cuidar adecuadamente los dientes temporales es esencial, ya que preservan el espacio en la mandíbula para los dientes permanentes. Si no se mantiene una buena higiene oral y los dientes de leche se pierden, los espacios vacíos pueden causar apiñamiento en los futuros dientes.
Otras razones para cuidar los dientes temporales incluyen evitar infecciones (como flemones) que pueden causar dolor y prevenir complicaciones más serias, como infecciones renales o en la válvula cardíaca.
Adicionalmente, los especialistas de Sanitas advierten que cualquier infección en un diente temporal que avance hacia la raíz puede crear una bolsa de pus que afectará a los dientes permanentes. A veces, los dientes definitivos pueden aparecer con malformaciones, manchas o lesiones debido a infecciones en los dientes de leche que no se trataron adecuadamente.
Aspectos a evitar.
Conociendo las recomendaciones de las distintas sociedades científicas para cuidar los dientes del bebé, también es importante tener en cuenta ciertos hábitos que pueden ser perjudiciales. Por ejemplo, al iniciar una dieta complementaria a la leche, nunca se deben probar los alimentos con los cubiertos que se usarán para alimentarlo ni soplar sobre ellos para enfriarlos. En la saliva «hay bacterias que pueden transmitirse al soplar la comida o probarla con sus cubiertos,» enfatiza la Sociedad Española de Odontopediatría.
Si alguna vez has escuchado que limpiar el chupete con saliva fortalece el sistema inmunológico de los recién nacidos o reduce el riesgo de alergias, asma o eccemas, esa creencia es falsa. La realidad es que se introducen gérmenes en la boca de los pequeños,” recalca esta institución.
No se debe sumergir el chupete en miel, zumos u otras sustancias dulces, ya que esto incrementa significativamente el riesgo de caries. La caries del biberón ocurre por la exposición constante de los dientes del niño a líquidos que contienen azúcares, como la leche materna o de fórmula, los zumos y las bebidas azucaradas. “Los azúcares de estos líquidos se adhieren a los dientes y encías del bebé, alimentando a las bacterias que causan caries,” explican los expertos de Sanitas.
Los bebés que se acostumbran a dormirse con un biberón en la boca tienen mayor riesgo de desarrollar caries en sus dientes de leche, ya que componentes de la leche como la maltosa, glucosa, sacarosa y lactosa permanecen mucho tiempo en la boca. “La caries del biberón es un problema serio que puede llevar a la pérdida de dientes de leche, aunque se puede prevenir fácilmente con una correcta higiene bucal, evitando que los niños se duerman con un biberón de leche (los zumos y otros líquidos azucarados no deben administrarse en biberón) y limpiando apropiadamente las tetinas y chupetes al menos una vez al día. También se recomienda reemplazarlos tan pronto como presenten signos de desgaste, ya que las gomas almacenan azúcares y restos de alimentos,” añaden.
En este contexto, la Sociedad Española de Odontopediatría aconseja “enseñar al bebé a beber de una taza normal, si es posible, entre los 12 y 15 meses de edad, ya que esto reduce la probabilidad de que el líquido se acumule alrededor de los dientes en comparación con el biberón.»
Los dientes de leche comienzan a aflojarse y caerse alrededor de los seis años para dar paso a los dientes permanentes. Aunque a veces se arranquen, no es recomendable hacerlo. El odontólogo Iván Malagón explica que los dientes de leche sirven de guía para los permanentes. Si se arranca un diente, el definitivo puede no erupcionar correctamente, salir torcido o formarse en otra área, haciendo que los dientes cercanos ocupen el espacio. «Si esto sucede, será necesario acudir a un odontólogo para que evalúe y corrija la posición mediante ortodoncia,” concluye el especialista.
Con Información de www.elrancaguino.cl