La migraña va más allá de ser un simple dolor de cabeza; es una enfermedad neurológica crónica que se posiciona como la segunda causa de discapacidad a nivel mundial. Afecta en particular a mujeres entre 15 y 49 años, quienes a menudo deben postergar o renunciar a importantes aspectos de su vida social, familiar y laboral, según lo expuesto en el I° Congreso de Cefalea y Algias Faciales, organizado por la Asociación de Cefalea y Algias Craneofaciales de Chile (ACEFALCH).
Lejos de ser una condición ocasional, la migraña puede convertirse en un dolor persistente que acompaña al paciente durante meses o incluso años. A pesar de que es una afección común, muchos enfermos tardan hasta cinco años o más en obtener un diagnóstico preciso, lo que retrasa el acceso a tratamientos adecuados y prolonga el sufrimiento y discapacidad.
Un de los principales retos actuales es elegir el fármaco adecuado para cada paciente. Existen diversas alternativas terapéuticas, que van desde los medicamentos preventivos tradicionales como antidepresivos y betabloqueadores, hasta las novedosas terapias dirigidas que incluyen anticuerpos monoclonales y moduladores del sistema CGRP (Péptido Relacionado con el Gen de la Calcitonina).
Patricia Pardo, neuróloga de adultos, enfatiza que no hay una solución única, ya que el tratamiento debe ser personalizado, teniendo en cuenta las características clínicas, laborales, sociales y emocionales de cada paciente.
“Antes de prescribir cualquier medicamento, es esencial entender completamente la historia clínica del paciente, así como su entorno y estilo de vida. Factores como el tipo y la frecuencia de las crisis, la tolerancia a los tratamientos agudos y la presencia de comorbilidades psiquiátricas (depresión, ansiedad, insomnio) son fundamentales para determinar cuándo y cómo iniciar una terapia preventiva”, explica la especialista del Hospital Regional de Rancagua.
Según su experiencia, Pardo sostiene que es vital establecer metas terapéuticas realistas antes de escoger el medicamento, como “reducir la frecuencia e intensidad de las crisis, mejorar la funcionalidad y la calidad de vida, y disminuir el uso excesivo de medicamentos agudos”.
Se estima que hasta un 50% de los pacientes con migraña padecen trastornos del sueño, un 47% presenta trastornos del estado de ánimo, y más de un 30% ha tenido ausencias laborales a causa del dolor, con algunos incluso cambiando o perdiendo su empleo. Esto pone de manifiesto que el impacto de la migraña trasciende el dolor físico, afectando profundamente la vida emocional, social y económica del paciente”, resalta la neuróloga.
“El tratamiento preventivo debe ofrecerse a todos los pacientes que experimentan crisis frecuentes (más de 3 al mes), que tienen un uso excesivo de medicación aguda, que no responden adecuadamente a los tratamientos actuales, o que presentan intolerancia o contraindicaciones a los fármacos de rescate, así como aquellos con crisis prolongadas o incapacitantes y quienes sufren de aura compleja”, detalla.
En la actualidad, los nuevos tratamientos específicos para la migraña ofrecen esperanza a quienes no han respondido a los medicamentos tradicionales. Sin embargo, su acceso sigue estando limitado por factores económicos o falta de información. “Por ello, es esencial que los profesionales de la salud estén capacitados y actualizados, y que exista un acompañamiento constante a lo largo del proceso terapéutico”, recalca la especialista.
“El tratamiento de la migraña no es un proceso mágico ni inmediato”, advierte la doctora Pardo, subrayando que “requiere tiempo, seguimiento y una relación médico-paciente basada en la confianza. Lo más importante es que el paciente sienta que puede gestionar su condición y recuperar el control de su vida”.
Finalmente, Patricia Pardo hace un llamado a adoptar un enfoque multidisciplinario, que incluya a médicos, psicólogos, psiquiatras, kinesiólogos y otros profesionales según las necesidades específicas de cada paciente. “Aunque ello puede implicar un esfuerzo personal y económico, un adecuado acompañamiento y la educación del paciente pueden marcar una diferencia significativa en la adherencia al tratamiento y su evolución clínica, porque la migraña sí se puede controlar y, hoy más que nunca, existen herramientas eficaces y específicas para ello”, concluye.
Con Información de osornoenlared.cl