La falta de estos componentes, resultado del cierre de la economía y del confinamiento obligatorio por la pandemia del coronavirus, evidenció la dependencia de los países occidentales de los proveedores asiáticos.
El aumento en la demanda de microprocesadores actualmente se debe a la creciente necesidad de capacidades elevadas en todo el sector tecnológico digital.
La relevancia de los semiconductores
Los semiconductores son materiales con propiedades que facilitan o impiden la conducción de la corriente eléctrica, siendo esenciales para la fabricación de microchips y circuitos electrónicos.
Estos materiales revolucionaron la industria electrónica y de la informática; a mediados del siglo XX reemplazaron a los tubos eléctricos gracias a su reducido tamaño, menor consumo de energía y costos, además de ofrecer una mayor confiabilidad.
El semiconductor más utilizado es el silicio, seguido del germanio, debido a su abundancia en la naturaleza y su rendimiento superior a altas temperaturas.
Entre sus principales usos destacan la fabricación de componentes electrónicos como diodos, transistores y circuitos integrados (chips o microchips), que son fundamentales en los dispositivos modernos de la industria de vanguardia.
Por lo tanto, son cruciales para la producción de electrónica de consumo (teléfonos inteligentes, computadoras), electrodomésticos, automóviles, robótica y paneles solares.
Crisis y dependencia de los microchips
La dependencia de los semiconductores se puso de manifiesto durante el cierre económico y el confinamiento ocasionados por la pandemia del coronavirus (Covid-19 o SARS-CoV-2) en marzo de 2020.
La población tuvo que recluirse masivamente para protegerse del virus, lo que aumentó la demanda de tecnología doméstica debido al teletrabajo, las clases en línea y el entretenimiento digital.
Además, los principales productores de estos componentes cerraron y, al reanudar operaciones, enfrentaron limitaciones, lo que afectó la cadena de suministros.
La falta de chips generó serias complicaciones en diversos sectores de la economía, desde la electrónica de consumo y los electrodomésticos hasta la industria automotriz, incapaces de cumplir sus objetivos de producción.
Uno de los primeros indicios de desabastecimiento en las cadenas de suministro fue la suspensión temporal de varias plantas automotrices en Estados Unidos, atribuida a la escasez de estos componentes.
A pesar de que en 2023 se normalizó la producción de chips, la oferta para industrias tradicionales como la automotriz se redujo, ya que los fabricantes priorizan componentes de alto rendimiento que generan mayores beneficios.
La escasez de microprocesadores no solo impactó la economía global, sino que destacó la dependencia estratégica de los países occidentales de los grandes productores asiáticos.
Frente a esto, Estados Unidos y la Unión Europea han impulsado diversas estrategias para fortalecer la industrialización digital, buscando recuperar la soberanía tecnológica.
En Estados Unidos, la administración de Joe Biden promovió la Ley de Chips, que destina 39.000 millones de dólares a fomentar la producción doméstica de microprocesadores.
Asimismo, la Iniciativa Chips Act Europea, con un presupuesto de 11.000 millones de euros, tiene como meta aumentar la producción mundial en un 20 % para 2030.
El informe «El futuro de la competitividad» europeo, elaborado por Mario Draghi, indica que revitalizar esta industria requeriría cientos de miles de millones de euros.
No obstante, la voluntad política se enfrenta a la dificultad de fabricar componentes altamente integrados, que necesitan procesos fotolitográficos complejos y costosos, instalaciones con requisitos rigurosos y personal técnico altamente calificado.
Situación actual: El crecimiento de las tecnologías avanzadas
La industria de semiconductores ha tenido un notable crecimiento en el último año. Las principales empresas que superaron la crisis de abastecimiento en 2023 han incrementado sus beneficios netos y se han posicionado entre las más destacadas en Bolsa.
La mayoría de los fabricantes de componentes electrónicos de última generación localizan sus operaciones en plantas altamente especializadas en Asia, destacando Taiwán (63 %) y Corea del Sur o China (18 %).
Los líderes del mercado incluyen a TSMC (Taiwán) con un 54 % de participación, Samsung (Corea del Sur) con un 17 %, UMC (Taiwán) con un 7 %, y SMIC (China) con un 5 %.
En el segmento de GPU (unidades de procesamiento gráfico) para inteligencia artificial y computación de alto rendimiento, Nvidia (EE.UU.) se posiciona como el líder de mercado, habiendo alcanzado una capitalización superior a tres billones de dólares.
Según la consultoría de tecnologías de la información Gartner, se proyecta que la industria de semiconductores crezca un 19 % en 2024, alcanzando los 630.000 millones de dólares.
Las estimaciones para 2025 son aún más optimistas, anticipando un aumento del 14 % en los ingresos globales hasta llegar a un total de 717.000 millones.
La demanda de chips de alto rendimiento está vinculada al desarrollo de tecnologías emergentes que requieren circuitos integrados avanzados, como la implementación de redes 5G o los centros de datos que respaldan los servicios en la nube.
Otras tecnologías que requieren una mayor capacidad de procesamiento incluyen el Big Data, la Realidad Virtual, el Blockchain (relacionado con las criptomonedas) y el Internet de las Cosas.
Además, la nueva revolución tecnológica está impulsando la necesidad de componentes para la Inteligencia Artificial generativa, que requiere centros de datos con mayor potencia para la creación de contenido nuevo basado en modelos de aprendizaje.
Con Información de www.elrancaguino.cl