En el centro de Chimbarongo, un taller pequeño cobra vida cada jornada con el sonido del cincel y el aroma de la madera fresca y la pintura. Allí trabaja don José Omar González Oyarzún, un hombre de 79 años que ha dedicado las últimas dos décadas a crear juguetes de madera.
Impulsado por técnicas artesanales y una vocación innata por las manualidades, don José convierte la madera en caballos, balancines, cunas para muñecas, camiones y trenes, ofreciendo piezas únicas que fusionan nostalgia y sostenibilidad.
Previo a su carrera como juguetero, la vida de don José incluyó diversas etapas. Fue futbolista en Unión Española entre 1965 y 1970, y más tarde trabajó en Ferrocarriles del Estado.
En 1980, se estableció en Chimbarongo, donde aprendió a trabajar el mimbre y el coligue, gracias a la ayuda de sus cuñados. Sus habilidades manuales, cultivadas en la escuela pública de Buin, le facilitaron especializarse en la fabricación de muebles y, finalmente, en sus entrañables juguetes.
“Siempre he querido rescatar las tradiciones antiguas porque el plástico ya no tiene futuro. Mis juguetes no solo son atractivos; también son duraderos y respetan el medio ambiente”, comenta don José.
Su labor ha sido reconocida en la región. En 2015, se destacó como uno de los cien emprendedores de Chile, obteniendo el sexto lugar en un concurso organizado por FOSIS.
DIVERSIÓN Y HERENCIA
En consonancia con las tendencias de consumo sostenible, los juguetes de madera que elabora don José no solo fascinan a los más pequeños, sino también a los adultos mayores que buscan reconectar con su infancia. “Mis principales clientes son personas mayores que me piden juguetes con significado especial. Algunos incluso solicitan que les agregue nombres o detalles únicos”, explica.
El camión de madera es uno de sus productos más solicitados, aunque también recibe encargos para coches de caballo que adornan panaderías o negocios, con nombres personalizados.
A pesar de vivir solo y de contar con una pensión modesta, don José encuentra en su oficio una fuente de alegría y estabilidad. “Esto me relaja y me ayuda a llegar a fin de mes. Además, me permite hacer pequeños regalos a mis seis nietos”, confiesa con una sonrisa llena de orgullo.
Situado cerca de la plaza de pagos de la Caja Los Héroes en Chimbarongo, don José atiende personalmente a quienes lo visitan, quienes aprecian no solo la calidad de sus juguetes, sino también la dedicación que pone en cada uno de ellos.
Con la Navidad aproximándose, los juguetes de don José son no solo una opción sostenible, sino también un emblema de amor por las tradiciones y el cuidado del medio ambiente.
“Seguiré trabajando en esto siempre. Mientras mis manos lo permitan, continuaré fabricando juguetes para quienes valoren lo hecho a mano y con dedicación”, concluye el talentoso artesano de Chimbarongo.
Con Información de www.elrancaguino.cl