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Aunque su nombre pueda resultar desconocido para muchos jóvenes, para las generaciones mayores, hablar de Segundo Andrés Crespo es recordar a una leyenda viva del automovilismo chileno, y el máximo representante de Los Ángeles. Su legado, aún sin un reconocimiento formal en forma de calle o monumento, sigue resonando en la memoria de quienes disfrutaron de su historia y hazañas.
Nacido en Temuco el 29 de marzo de 1918, la vida de Crespo dio un giro decisivo cuando, siendo un apasionado de los motores, ayudó a un automovilista con una avería durante la Panamericana. Ese automovilista resultó ser Santiago Reyes Pérez, un empresario de Los Ángeles que, agradecido, le prometió trabajo si alguna vez se encontraba en la ciudad. Crespo nunca olvidó ese gesto.
Más tarde, como relata José “Pepe” Riquelme, Crespo llegó a la ciudad y se convirtió en jefe de taller de la reconocida firma de repuestos automotrices Ford, ubicada donde actualmente se encuentran las oficinas de la Tesorería Provincial. Esto le permitió aprender gradualmente sobre automóviles, el campo que tanto lo apasionaba.
El amor en Los Ángeles
En ese entorno conoció a Olga Campos Zambrano, quien se convertiría en su esposa y compañera de vida. Se casaron el 18 de septiembre de 1943 y formaron una familia con cinco hijos, que también seguirían el camino del motor y el comercio: María Eugenia, Jaime Ricardo, Olga Patricia, Segundo Francisco y Juan Carlos.
Su incursión en las carreras fue en 1940, incluso antes de obtener su licencia de conducir, y desde entonces se estableció como una figura recurrente en el automovilismo chileno. No buscaba fama ni trofeos, sino hacer lo correcto. Fue piloto, mecánico e ingeniero autodidacta. Construyó su propio auto de carrera y financió su pasión con esfuerzo personal, ganándose el respeto de todos por su humildad, solidaridad y caballerosidad dentro y fuera de las pistas.
En las décadas de 1950 y 1960, con su local “Repuestos Crespo” (más tarde “Disava”) en auge, se convirtió en pionero del comercio automotriz local, impulsando lo que hoy se conoce como el barrio de repuestos en la calle Colón. Sin embargo, nunca dejó de competir.
Participó en las pruebas más desafiantes de su tiempo: la Santiago–Lima (1965), donde ganó en su categoría junto a su copiloto Gregorio Rivas; la Santiago–Viña del Mar (1966), donde consiguió el segundo lugar general; y el inolvidable Gran Premio Sopesur (1967), con más de 70 autos en competencia, donde el público de Los Ángeles coreaba su nombre al pasar por Los Saltos del Laja en su Ford Falcon Sprint 1965, acompañado por su hijo Jaime Andrés, con quien estableció un vínculo deportivo significativo.
Un apellido de leyenda
El apellido “Andrés” se convirtió en su apodo, reconocido en toda la ciudad. Sus hijos y nietos heredaron la misma pasión: Jaime y “Chundo” en carreras de regularidad y turismo carretera, María Eugenia y Olga como copilotas junto a sus parejas, y ahora sus nietos Claudio Betancourt Andrés, Diego Andrés Beltrán y Marcelo Vildósola Andrés siguen representando a Los Ángeles en el automovilismo tanto nacional como internacional.
Tras su retiro como piloto, organizó espectáculos acrobáticos con autos que incluían saltos sobre vehículos y círculos de fuego, cautivando a púbicos en toda la región, especialmente en las canchas de Montecea. En la década de 1980, el Automóvil Club de Chile lo homenajeó, y su nombre sigue inspirando a nuevas generaciones de pilotos a través del Club Calasac, que cada octubre organiza una carrera en su memoria.
Segundo Andrés Crespo falleció el 16 de octubre de 1991 a los 73 años, pero su legado como ícono sigue vivo en cada carrera. Sus restos reposan en el Cementerio General de Los Ángeles, pero su historia perdura.
Hoy, resuena un llamado para que se le otorgue un reconocimiento oficial a su legado, que debe formar parte de la historia local y más allá. Segundo Andrés Crespo, ídolo del volante, pionero del comercio automotriz y símbolo de humildad, merece recuperar su lugar en la memoria colectiva de Los Ángeles y de todo Chile.
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Con Información de elcontraste.cl
